Francisco Toledo, entre vivos y vivales
En Oaxaca, el fallecido pintor, grabador y escultor vive en las actividades de la fundación creada por él, está presente en la obra de escritores que hablan en mixteco, chatino, zapoteco, huave, triqui, mixe y otras lenguas de nuestro estado
Quien en vida declinó todos los homenajes y reconocimientos oficiales, Francisco Toledo enfrenta ahora —desde la muerte— el desafío político y burocrático de algunos vivos y de no pocos vivales.
La petición hecha por hijos y familiares de Toledo para que no le den el nombre del artista a una “medalla de reconocimiento” promovida entre diputados federales por Sergio Mayer, presidente de la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados, parece valerles
gorro, comenzando por Mayer, que condiciona la solicitud de los deudos a un “análisis formal y directo” de la misma.
Que un actor teatral se disfrace parece normal, pero si un stripper político —hoy con encargo público y presupuesto federal— quiere llamar la atención disfrazado de intérprete de los sentimientos de la nación, no hay nada que aplaudirle, no en Oaxaca donde Toledo vive todos los días en su obra social y en su enorme legado de artista plástico. ¡Es cierto, esto es una reclamación!
En Oaxaca, Toledo vive —muchas veces al día— en las actividades de la fundación creada por él, está presente en la obra de escritores y cuentistas, que hablan en mixteco, chatino, zapoteco, huave, triqui, mixe y otras lenguas indígenas de nuestro estado. Toledo vive y su alma compleja llena cada lugar restaurado para servir como biblioteca pública, cine, museos, talleres y escuelas de arte.
¿Quiere Mayer impulsar el recuerdo y memoria de Toledo? Adelante, que desista en tratarlo como nuevo botín político. Que se entere primero de la hondura del personaje al que “le urge” honrar con fotografiables corcholatas doradas, tan del gusto de los políticos, siempre en busca de los reflectores al menor descuido.
Si una autoridad de la cultura, tan entercada en instituir y oficializar un metálico homenaje quiere “reconocer” a quien tan poco peló en vida, ¿por qué no se suma a la continuidad de la obra de Toledo entre comunidades indígenas del estado? Que se sume en tal caso al altruismo “toledano” y al esfuerzo de otros oaxaqueños que proveen (con gran esfuerzo asiduidad y discreción) tareas como la restauración del patrimonio cultural; el apoyo al deporte, la creación de centros culturales y bibliotecas, así como de instrumentos musicales en varias comunidades.
En breve y esclarecedora carta dirigida a Mayer el 9 de enero, Natalia, Laureana, Jerónimo, Sara, Benjamín López y Trine
Ellitsgaard, familiares directos de Francisco Toledo, le recuerdan al diputado Mayer la expresa y manifiesta voluntad del maestro, nunca partidario de reconocimientos y homenajes. Le comentan incluso lo difícil que les resulta tomar decisiones en las que se involucra el nombre de Francisco Toledo. Le recuerdan cuando le dieron las distinciones de Creador Emérito y el Premio Nacional de Artes que decidió sumar los recursos que recibía a un fondo de becas para apoyar a estudiantes y luego a impulsar la creación de los Premios CASA (Centro Artes San Agustín) de creación literaria en zapoteco, mixteco, triqui, huave y mixe.
Por ningún camino sino el del descuido, la chabacanería y el protagonismo político se explica que Mayer emita un oficio burocrático condicionando el deseo manifiesto de la familia a revisar la autenticidad de la petición. ¿Alguien sino Mayer tiene todavía dudas?
De no ser porque su intención y propuesta es un desplante de insensibilidad que desatiende la petición expresa de Toledo, la propuesta oportunista de la “medallita” podría pasar por un acto fallido de buena voluntad. Pero es evidente el aprovechamiento político que se desea a costa de lo que sea, de entrada, ignorando una rotunda petición familiar, condicionando el respeto de la misma a que sea “analizada mediante
Tomemos en serio la cultura ._ comunicación formal y directa”. Experto en trepar al escenario, ¿Mayer querrá seguirle sacando jugo al asunto? ¿Pensará aún que mientras más show mejor?
¿Quiere Mayer impulsar el recuerdo de Toledo? Que desista en tratarlo como botín político