Viejas recetas contra el debido proceso
Acaso sea solo un arrebato de ingenuidad, pero es válido sospechar que aun los más duros críticos y obsesionados detractores de Andrés Manuel López Obrador están conscientes, una mayoría digamos, que mover el sistema, agitarlo para después transformarlo, es una empresa titánica que no se antoja precisamente sencilla ni menos a corto plazo, aun con las mejores intenciones. Aunque jamás lo vayan a decir en público o a tuitear. Porque aquí ya no se habla solo de voluntad o consensos y toda esa palabrería de los políticos, sino incluso de imposibilidad en los terrenos de la física.
Partiendo de esta dificultad, resulta asombroso ver que en distintas áreas del nuevo gobierno, empeñado en cimbrar el sistema político y burocrático más allá de la sacudida electoral, comiencen a tejerse estrategias e iniciativas para instalar o reinstalar viejas medidas, propias de gestiones autoritarias que lindaban con la ilegalidad, cuando no incurrían de echo en ella, para allanar el camino de la pretendida cuarta transformación pero con las prácticas del pasado.
El caso de la iniciativa para imponerle buenos modales a los diputados y senadores rijosos, por ejemplo, llama a risa pero alarma, sobre todo, que son los protagonistas de los más acabados sainetes de la historia parlamentaria contemporánea los que ahora se afanan en que todo mundo vaya limpio y en orden a escuchar al Presidente, olvidando que algunos de ellos, como el propio Porfirio Muñoz Ledo, fue figura principal de las interpelaciones en los años 80. O Dolores Padierna y su marido, promotores de tomas de tribuna en sus distintos pasos por el Legislativo.
Hoy el país afronta un reto, quizá con mucho atraso pero ya se hace, consistente en abatir la impunidad de 98 por ciento y una de sus aristas más importantes es el cumplimiento del debido proceso. Mandos marinos, militares y judiciales tratan de explicar al mundo civil, off the record por supuesto, que las cosas en el campo se complican y esa teoría suele ser solo un deseo cuando se trata de cazar criminales. Así llegamos al plan actual, que trae de cabeza al gabinete, donde abundan arraigos cuestionables, detenciones en caliente y validación de pruebas ilegales.
Agitar el sistema para transformarlo con recetas del pasado, violando normas, solo será un retroceso. Uno más.
Transformar el sistema violando normas solo será un retroceso