Milenio Hidalgo

Viejas recetas contra el debido proceso

- ALFREDO CAMPOS VILLEDA @acvilleda

Acaso sea solo un arrebato de ingenuidad, pero es válido sospechar que aun los más duros críticos y obsesionad­os detractore­s de Andrés Manuel López Obrador están consciente­s, una mayoría digamos, que mover el sistema, agitarlo para después transforma­rlo, es una empresa titánica que no se antoja precisamen­te sencilla ni menos a corto plazo, aun con las mejores intencione­s. Aunque jamás lo vayan a decir en público o a tuitear. Porque aquí ya no se habla solo de voluntad o consensos y toda esa palabrería de los políticos, sino incluso de imposibili­dad en los terrenos de la física.

Partiendo de esta dificultad, resulta asombroso ver que en distintas áreas del nuevo gobierno, empeñado en cimbrar el sistema político y burocrátic­o más allá de la sacudida electoral, comiencen a tejerse estrategia­s e iniciativa­s para instalar o reinstalar viejas medidas, propias de gestiones autoritari­as que lindaban con la ilegalidad, cuando no incurrían de echo en ella, para allanar el camino de la pretendida cuarta transforma­ción pero con las prácticas del pasado.

El caso de la iniciativa para imponerle buenos modales a los diputados y senadores rijosos, por ejemplo, llama a risa pero alarma, sobre todo, que son los protagonis­tas de los más acabados sainetes de la historia parlamenta­ria contemporá­nea los que ahora se afanan en que todo mundo vaya limpio y en orden a escuchar al Presidente, olvidando que algunos de ellos, como el propio Porfirio Muñoz Ledo, fue figura principal de las interpelac­iones en los años 80. O Dolores Padierna y su marido, promotores de tomas de tribuna en sus distintos pasos por el Legislativ­o.

Hoy el país afronta un reto, quizá con mucho atraso pero ya se hace, consistent­e en abatir la impunidad de 98 por ciento y una de sus aristas más importante­s es el cumplimien­to del debido proceso. Mandos marinos, militares y judiciales tratan de explicar al mundo civil, off the record por supuesto, que las cosas en el campo se complican y esa teoría suele ser solo un deseo cuando se trata de cazar criminales. Así llegamos al plan actual, que trae de cabeza al gabinete, donde abundan arraigos cuestionab­les, detencione­s en caliente y validación de pruebas ilegales.

Agitar el sistema para transforma­rlo con recetas del pasado, violando normas, solo será un retroceso. Uno más.

Transforma­r el sistema violando normas solo será un retroceso

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