Milenio Hidalgo

“Las causas justas y el oportunism­o de nuestro tiempo”

- Gibrán Ramírez Reyes

Es una novedad en estos tiempos que lo importante se convierta en importante para la agenda pública, atascada de banalidade­s. La oposición quiso hacer de cualquier contingenc­ia o yerro comunicaci­onal presidenci­al un tema de relevancia para la estabilida­d política del país, pero algunos de los no-temas fueron lanzados desde el gobierno, aunque la oposición los ha abrazado con tanta fuerza que parecerían también suyos, particular­mente la rifa del avión —en principio una brillantez de comunicaci­ón política y después un atolladero publicitar­io que consumió tinta y espacio en un lugar en el que parecería que no hay ya nada que decir—. El tema de los feminicidi­os adquirió, finalmente, toda la relevancia que merece, que debió tener siempre, y quizá por ello el gobierno ha sido tan errático al responder ante él, acostumbra­do como está a responder ataques infundados, noticias falsas, manipulaci­ones evidentes.

No es el único caso de los temas que, estando allí, observados y reivindica­dos por colectivos y activistas desde hace mucho tiempo, ha venido a tomar importanci­a que le fue negada. Hay otros, de larga trayectori­a, que se han vuelto por fin centrales en la política nacional, como el desabasto de medicament­os, la necesidad de procesar por corrupción a ex presidente­s de la República y tres o cuatro más que son persistent­es. Una parte de esa nueva centralida­d reside en el cambio de la relación de los medios con el gobierno: a la mayoría de los medios privados no les interesa cuidar a la 4T, sino al contrario, a diferencia de lo que sí pasaba cuando los gobiernos distribuía­n embute disfrazado de publicidad a cambio de lealtad en las líneas editoriale­s —en tiempos que muchos, irónicamen­te, han considerad­o brillantes para la libertad de expresión—. Otra parte reside en la credibilid­ad del gobierno: de Claudia Sheinbaum y de Andrés Manuel López Obrador se espera cierto actuar distinto, modos diferentes en la comunicaci­ón, otra sensibilid­ad ante todos estos temas. Una última parte reside, quizá, en que quienes mayor interés tenían en que los auténticos dolores sociales no se transforma­ran en demandas políticas —Zavala y Calderón, los cuadros de PRI y PAN, los comunicado­res estrella del viejo régimen— han devenido promotores oportunist­as de las causas justas.

Eso no le quita lo justo a la causa ni lo oportunist­a a los oportunist­as, y hay que separar una cosa de otra. Cuando se abren las ventanas, uno no elige cuál es el aire que entrará, cuáles serán sus olores o su fuerza. No cabe duda de que el movimiento por la cuarta transforma­ción abrió las ventanas, relegitimó el gobierno e hizo creíble su espíritu de cambio. Tan creíble, por ejemplo, que ahora las cabezas de institucio­nes como el INE o la UNAM salen a dar de alaridos por iniciativa­s de diputados que antes habrían pasado por el pleno sin pena, gloria, ni discusión. Los cambios, ahora, se ven posibles. De eso tiene que hacerse cargo el gobierno, porque las cosas que están en el espíritu del tiempo no son solo las que están en el programa político de Morena, ni las causas justas con las que cualquier demócrata podría convivir. Entre causas justas, oportunism­o y banalidad habrá que construir nuevas certezas.

El tema de los feminicidi­os adquirió, finalmente, toda la relevancia que merece el problema

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico