Milenio Hidalgo

“Una cocacola y un whisky al día no es problema”

El dirigente del Consejo Coordinado­r Empresaria­l es también un ciclista compulsivo y, como todo regiomonta­no, le gusta la carne asada en compañía de su familia los fines de semana

- EDUARDO DE LA ROSA

Oriundo de Nuevo León y apasionado de la lectura, el presidente del Consejo Coordinado­r Empresaria­l, Carlos Salazar Lomelín (Nuevo León, 1951), es también un ciclista compulsivo que considera no defenderse bien a la hora de cocinar, pero que como todo regiomonta­no le gusta la carne asada en compañía de su familia los fines de semana.

Al ser líder de la principal cúpula empresaria­l del país y contar con una agenda muy estricta, Salazar Lomelín usa los minutos antes de dormir para avanzar en la lectura de sus libros favoritos.

Desde niño siempre fue un fanático de las historieta­s de superhéroe­s, como Superman y la Mujer Maravilla, que a su considerac­ión son los mejores. En su trayectori­a figura la dirección de

Coca-Cola Femsa y de la Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma.

¿Le gusta y sabe cocinar? Bastante mal, solo carne asada, es lo único que sé hacer. Mi platillo favorito es la carne asada, es el primordial. Soy regiomonta­no y nos gusta la carne asada. Nos gusta convivir con los amigos, la familia y siempre al lado de un asador es más fácil.

¿Cantante favorito?

En este momento, Los Ángeles Azules. Son de todo el país.

¿Coca-Cola o Jugos del Valle? Siempre he tomado cocacola, toda mi vida, y creo en el consumo responsabl­e; si te tomas una cocacola diaria no hay problema. De Jugos del Valle soy un consumidor frecuente, me gusta mucho el de mango. Hicimos muchísimas transaccio­nes (en Femsa) tratando de que nuestro negocio creciera y uno de tantos fue la compra de Jugos del Valle. Fue muy importante porque cambió la orientació­n de la misma compañía de Coca-Cola a meterse en el negocio de bebidas saludables.

¿Vino, cerveza o whisky?

Soy tomador de las dos cosas, fui el director de Cuauhtémoc-Moctezuma, me encanta tomar Tecate, Carta Blanca y XX, y soy un consumidor de whisky, todos los días me tomo una copa, solamente una de whisky.

¿Libro favorito?

Tengo tantos, soy un lector muy dedicado, en este momento estoy terminando uno que me ha apasionado: Las realidades de México, pero siempre me está esperando otro. El siguiente que voy a leer es sobre el impacto que han tenido las religiones en la forma de pensar de los humanos y me espera otro sobre la dimensión social del empresario. Hay un autor estadunide­nse que ha escrito mucho sobre conciencia empresaria­l, Conscious capitalism, de John Mackey, entonces siempre tengo una lista de libros.

¿Con tantas ocupacione­s, en qué momento le da por leer?

Antes de dormir. Es un hábito que adopté desde muy joven, desde niño. Siempre he leído antes de dormir, es más no me puedo dormir si no leo un poquito. Me duermo a la hora que llego, a veces muy tarde, pero aún llegando muy tarde, siempre tengo ese hábito de unas cuantas páginas, porque te desconecta del día.

¿Cómo llegó a dirigir el CCE?

Fue un proceso interno de reflexión profundo, porque me dedicaba a otras cosas, había salido de ser el director de Femsa, estaba dedicado a mis negocios, y me había organizado muy bien; dedicaba un tiempo a Monterrey, siempre he estado interesado en lo que le pasa en comunidad, dedicaba tiempo a mi esposa, familia, y dos semanas del mes a trabajar en empresas que desarrollo.

¿No se ha cansado de ser presidente del CCE?

A veces se siente uno muy cansado, pero más cuando las cosas no prosperan, el entusiasmo que te da el hecho de que ves cosas concretas es lo que más te moviliza. Hemos impulsado un gran cantidad de iniciativa­s, desde el primer día dije que en mi presidenci­a intentaría ser propositiv­o y no ha habido un día en que no intentamos proponer algo.

¿Cómo imagina su vida después del CCE?

Muy contento de volver a organizar mi vida, donde dos semanas se las dedique a los negocios, una semana a Monterrey, y una semana a mí esposa y mi familia; va a ser otra vez un equilibrio ideal.

¿Qué le hace falta por hacer?

Me falta hacer tantas cosas que la vida siempre te va poniendo nuevos retos. Quisiera ser un hombre que pueda estudiar más y profundiza­r en tantos temas que me apasionan. Me encanta la astronomía, tengo un telescopio en el que me dedico a veces en las noches a mirar el cielo.

¿Ha sido difícil ser intermedia­rio con la 4T?

Es un trabajo más difícil de lo que uno cree, quizá más de lo que se puede pensar, porque hay que armonizar una enorme cantidad de intereses, pero siempre tratando de darle la dimensión social que tiene el empresario en el país. Soy un creyente firme que uno de los principale­s agentes económicos para que se pueda dar un cambio es una actividad empresaria­l.

“A un empresario chiquito no se considera empresario y eso está mal. En otras sociedades quien tiene una tienda se defiende como empresario. Aquí si se le pregunta al dueño de una mercería no va a creer que es empresario, hay una visión equivocada de que el empresario nada más es el grande, pero somos aquellos que emprendemo­s una actividad, vendemos un bien, un servicio y que al final transforma­mos”.

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OMAR FRANCO Por las noches mira el cielo con un telescopio que tiene en su casa.
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¿Qué libro está por leer? Conscious capitalism, de John Mackey, ya me está esperando.

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