El final de Soltero con hijas
Hermoso, el final dominical de la telenovela Soltero con hijas fue algo hermoso. ¿Por qué? Porque a pesar de que se transmitió en un día y en un horario complicadísimos, consiguió el milagro de reunir a la gran familia mexicana alrededor de un mensaje positivo.
Yo no sé si usted se dé cuenta de la importancia de esto, pero después de tantas decepciones, fue maravilloso que esta producción de Juan Osorio nos recordara qué es y qué debe ser una telenovela tradicional a estas alturas del siglo XXI.
Lo que usted, millones de personas y yo vimos de las 21 a las 23 horas del domingo pasado fue una experiencia total.
Viajamos del romance a la acción, de la música mexicana a la guapachosa, del suspenso a la comedia, de las ventas a la orientación social y de los contenidos para las audiencias más juveniles a contenidos para las audiencias más maduras.
¿Y qué me dice de ese guiño, justo en la última escena, después de la palabra fin, en donde vimos todo lo implicó aquello en términos de producción?
Ver aquello fue vivir un verdadero espectáculo para la televisión abierta de un país como el nuestro, un show muy bien diseñado para las audiencias de Las Estrellas.
Créame, Soltero con hijas es un título digno de estudio, porque representa el renacer de la creatividad tele novelera mexicana y porque fue mucho muy sintomático ver cómo se fue ajustando en términos de fondo y de forma.
Felicidades a todos los que intervinieron en este gran melodrama seriado: escritores, actores, directores, ejecutivos, técnicos y, por supuesto, al pueblo de Acapulco. ¡Así se hace! ¿A poco no?