La desgracia del campeón
El pasado sábado que enfrentaron al América, con todo lo que a favor implica jugar de local en su maravilloso estadio, los Rayados del Monterrey tuvieron un arranque extraordinario. Se mostraron como un equipo agresivo, con sus dos defensores laterales luciendo como atacantes, con una dinámica y movilidad en todas sus líneas. Los dirigidos por Antonio Mohamed (que presenció el partido desde un palco por cumplir una sanción), cercaron al América durante largos minutos.
Pero no pudieron penetrar la línea de meta defendida por Guillermo Ochoa... Literalmente en el primer ataque de su rival encajaron un gol... gracias al VAR, que sancionó una falta previa de Paul Aguilar, no se vieron abajo en el marcador. Pero ese gol anulado intimidó a los locales. No volvieron a ser los mismos del arranque. Poco antes de que terminara el primer tiempo recibieron otro gol, ahora sí legitimo, y ahí se acabó todo.
Nadie puede negar que llegaron a tener algunas acciones de gol relativamente claras y que Ochoa se convirtió en el héroe de las Águilas... pero también nadie podrá negar que Mohamed se tardó en ingresar al holandés Vincent Janssen y que el equipo campeón, diezmado en lo anímico y en lo físico, anda arrastrando la cobija de forma hasta ahora inexplicable.
El América, equipo al que le ganaron el título a fines de diciembre pasado, en cambio es el superlíder de un torneo que presenta ya a varios serios contendientes al campeonato... Otra vez el León encabeza esa lista, con los Pumas y el Cruz Azul secundándolo.
Tras siete partidos los Rayados solo suman tres unidades. Su margen de reacción se ha estrechado de forma notable. Visitan al Toluca, reciben al San Luis, vuelven a salir para jugar contra las Chivas en Guadalajara. Esos tres juegos resultarán fundamentales para establecer si los campeones tienen algo que hacer en este campeonato o mejor empiezan a planificar el siguiente.
Diezmado en lo anímico y en lo físico, Monterrey anda arrastrando la cobija