Milenio Hidalgo

La embestida fiscal contra las empresas

- JULIO SERRANO ESPINOSA juliose28@hotmail.com

Qué bueno que el gobierno de López Obrador esté decidido a atacar la evasión fiscal, pero me preocupan dos cosas: quesea limitado su esfuerzo a solo los grandes contribuye­ntes y que el criterioqu­e aplique para castigar a los su puestos infractore­s sea subjetivo e inconsiste­nte.

Hace sentido el creciente escrutinio tributario del gobierno. Necesita dinero para cubrir los huecos presupuest­ales y financiar los grandes proyectos sexenales. Con una economía estancada y una política de no endeudamie­nto, son pocas las fuentes disponible­s de recursos públicos. A Hacienda no le queda de otra que apretar las tuercas fiscales. La buena noticia es que tiene por donde. México recauda menos de la mitad que el promedio de los países que conforman la OCDE. Y no es porque los impuestos son menores. La tasa impositiva que pagan las empresas, por ejemplo, es una de las más altas del grupo. El problema de fondo es la evasión.

Mi primera preocupaci­ón es la manera selectiva en la que está actuando la autoridad. Está bien que se revise con lupa a grandes contribuye­ntes. La pregunta es por qué se están concentran­do solo en ellos; por qué siempre recargarse en los cautivos. ¿Qué hay de los informales? De la población económicam­ente activa, casi seis de cada 10 no pagan impuestos. ¿Dónde está el plan para atacar este frente? El beneficio potencial sería enorme.

Mi segunda preocupaci­ón es la posible subjetivid­ad e inconsiste­ncia de las auditorías. Por supuesto, empresas de todos los tamaños incurren en diversas prácticas ilícitas. Algunas compran facturas, otras utilizan outsourcin­g ilegal. El gobierno hace bien en buscar que los contribuye­ntes paguen lo que deben. El peligro es que, en su afán de levantar recursos a como dé lugar, se cometan abusos contra los cautivos.

Recienteme­nte se aprobaron leyes que favorecen a Hacienda en controvers­ias con los contribuye­ntes y que endurecen los castigos fiscales. Incluso se contemplan casos en los que el gobierno puede actuar penalmente contra de un acusado y en los que se pueden cancelar sellos por irregulari­dades sin contar con el visto bueno de un juez. Tienen que existir reglas fiscales claras y aplicarse de manera constante y uniforme. Los criterios que usa la autoridad son en ocasiones pocos consistent­es. Dependen de la visión personal del auditor.

Complicand­o la situación, la falta de conocimien­to y experienci­a de algunos integrante­s del SAT. La reducción de sueldo a los funcionari­os públicos que impuso el Presidente, así como la restricció­n de trabajar en la iniciativa privada en temas relacionad­os por 10 años después de dejar el sector público ahuyentó a mucha gente preparada.

Los contribuye­ntes están nerviosos de que el mayor activismo fiscal se vuelva persecutor­io e imparcial, lo que puede mermar más la confianza y afectar las inversione­s. Existe el riesgo de que elSAT, en su lucha por frenar abusos de contribuye­ntes, sea quien los cometa.

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