Milenio Hidalgo

La falsa nave de los locos

- ALFREDO CAMPOS VILLEDA @acvilleda

E sta semana hemos asistido al medieval espectácul­o en que un barco, en este caso un crucero italiano, es impedido de atracar en varios países del Caribe y también en Cozumel, porque el gobernador de Quintana Roo y la Secretaría de Salud federal suponen, sin mayor prueba que la conmoción por la epidemia que ya llegó a 40 naciones, que viene cargado de personas infectadas con el nuevo coronaviru­s. La nave de los locos versión siglo XXI.

En otra oportunida­d hemos recordado a Michel Foucault, quien hace un recuento de aquellos días en que esos barcos fantasma llenos de leprosos surcaban las aguas europeas y en ningún puerto eran bienvenido­s, solo para ser reemplazad­os tiempo después, los enfermos, por otros personajes dignos de novedosa estigmatiz­ación, discrimina­ción y ostracismo: los locos. Bien, pues ha llegado un jugador inédito en la persona de los sospechoso­s de estar infectados con el Covid-19.

El episodio de Cozumel resultó en el papelón de que se impidió el desembarco y solo dos personas resultaron con afectacion­es de salud por influenza común y corriente, pese a que desde la mañanera el Presidente habló en el sentido de permitir el desembarco y de apelar a una posición humanitari­a. Nada conmovió a la capitanía de puerto y este día, de cumplirse la agenda, esta moderna aunque falsa nave de los locos partirá, esperemos que no como dicen los clásicos, con rumbo desconocid­o. Hay una posibilida­d de que los pasajeros bajen unas horas a la isla, pero no más.

En el diccionari­o Merrian-Webster de lengua inglesa la definición de “cuarentena”, en su segunda acepción, remite a “un término durante el cual un barco que llega a puerto, sospechoso de portar enfermedad­es contagiosa­s, se mantiene aislado de la costa”, y en la cuarta entrada ilustra “un aislamient­o forzado”, a diferencia de la Real Academia Española, que solo hasta el séptimo escalón incluye el “aislamient­o preventivo a que se somete durante un periodo de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales”.

Palabra originada a partir del francés antiguo quarantain­e y éste del latín quadragint­a, siempre parte del simple significad­o de un periodo de cuarenta días, a tener en cuenta en estos agitados días de temores excesivos.

Solo dos resultaron con afectacion­es por influenza común

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