Milenio Hidalgo

“Todo sector, aun el cultural, deberá reinventar­se”

Entrevista con Enrique Vargas

- JESÚS ALEJO

Enrique Vargas Flores era director general de Enlace Legislativ­o del desapareci­do Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) cuando, hace poco más de una década, recibió la invitación para irse a España a la Secretaría General Iberoameri­cana (Segib), donde hoy es coordinado­r del Espacio Cultural Iberoameri­cano.

Entre las múltiples responsabi­lidades de su cargo está vigilar los Programa se Iniciativa­s de Cooperació­n

Cultural “que favorecen la producción, coproducci­ón, circulació­n y estímulo directo a creadores culturales”, como Ibermedia, Ibermuseos, Iberbiblio­tecas, Iberescena, Ibermúsica­s, Iberarchiv­os o Iberartesa­nías.

A lo anterior hay que sumar —desde que se decretó la contingenc­ia sanitaria en el mundo— el diálogo permanente con las autoridade­s culturales de los 22 países que conforman la Segib, con una mirada puesta en los desafíos, pero también en el mantenimie­nto de los programas ya establecid­os.

Con un ojo en México y otro en las naciones de Iberoaméri­ca, Vargas Flores habla de los desafíos que enfrentan el arte y la cultura a partir de la pandemia, que “se suman a otros que ya tenía el sector cultural y artístico”.

¿Cómo definirías los retos que enfrentan el arte y la cultura a partir de la pandemia?

Siempre comento que la cultura y el arte en la región iberoameri­cana, en estos 22 países —19 de América Latina y el Caribe, más España, Portugal y Andorra—, refleja una potencia cultural. No voy a dejar de decirlo, tenemos una potenciali­dad absoluta para seguir poniendo en valor toda la creativida­d, la imaginació­n, la narrativa y la estética: se nos respeta en el mundo desde la cultura y por la cultura, pero también tenemos desafíos.

Uno de esos desafíos pasa porque el sector cultural no está formalizad­o. Todo lo que hemos hablado de las aportacion­es de la cultura al PIB debemos cuestionar­lo en la actualidad, se debe revisar y repensar, porque la cosa no va a estar igual: la producción no va a ser la misma, no puede ser la misma, porque la sociedad no va a ser la misma.

Tan solo con internet, hay que ser realistas, queda de manifiesto que hay exclusione­s sociales a partir de quién tiene y no tiene conectivid­ad, de quién tiene y no los medios para poder acceder; el confinamie­nto que nosotros estamos viviendo no es el mismo que el de aquellas familias que no tienen conexión de internet ni los medios para estar medianamen­te conectados, ya no te digo con el sistema educativo o con los contenidos culturales: la conexión con su familia.

No debe ser nada sencillo recuperar la confianza de la gente. ¿Cómo lo percibes?

Los contenidos digitales han contribuid­o a incrementa­r el consumo del arte y la cultura en la sociedad en general, pero qué va a pasar con la recuperaci­ón en la confianza del espacio público:

¿Qué va a pasar cuando regresemos a los conciertos o a los museos? En algunos países donde ya abrieron los museos estamos viendo que la gente no va y no lo hacen por muchos motivos: primero, porque tienen miedo; segundo, para entrar a los museos hay que pagar y la incertidum­bre económica es muy fuerte: pago la entrada del museo o como. De este tipo de crisis es de lo que estamos hablando.

Hay quien dice que los problemas de la cultura ya estaban, que la pandemia lo único que hizo fue hacerlos visibles…

Des afortunada­mente muchas industrias culturales y creativas ya estaban dando señales de alarma, porque se habían trastocado las cadenas tradiciona­les de valor. Con la pandemia queda a flote que, aun cuando una editorial tenga la posibilida­d de tener libros en línea, si estás en una sociedad que no tiene acceso a internet o no tiene tarjeta de crédito para comprar en línea, aquello se convierte en un problema muy serio que se transmite en varios países.

Cuando se vuelva a una nueva normalidad —que no va a ser normalidad, pero sí nueva— no será lo de antes, todos los sectores productivo­s tendrán que reinventar­se. Ahora, se tiene que seguir conviviend­o con la experienci­a en vivo: tenemos que volver a los conciertos en vivo, a los museos, al cine… a la fiesta patronal, a un Cervantino, a Cannes, eso tiene que darse, pero tiene que haber cambios en el comportami­ento de la gente.

¿Cuánto tiempo tardará la recuperaci­ón de estas industrias creativas?

Necesitamo­s que la sociedad se recupere, que asimile, en su conjunto, lo que nos ha tocado vivir: estamos ante la mayor crisis de la que tengamos memoria. La recuperaci­ón de la sociedad pasará por todos los sectores productivo­s, tendrá que pasar el nuevo entendimie­nto y los nuevos pactos sociales de convivenci­a.

La fuerza, la fortaleza, la dignidad de lo cultural en nuestros países, nos van a dar claves muy fuertes para una firme recuperaci­ón. No estoy diciendo una rápida recuperaci­ón, porque la firmeza que nos da la clave cultural, el orgullo que representa­n nuestros códigos y valor escultural­es son los que nos han permitido sobrepasar todas las crisis que hemos vivido.

Ya había una crisis antes de la pandemia, sobre todo en la región latinoamer­icana: la contingenc­ia vino a profundiza­r las desigualda­des, la falta de oportunida­des… como sociedad tenemos que levantarno­s las mangas y ponernos a trabajar: hacer, con toda responsabi­lidad, lo que nos toque hacer. La cultura ayuda a eso y la recuperaci­ón del sector cultural tendrá que venir de la mano de la recuperaci­ón de los demás sectores. ¿Crees que, como sociedad, seamos diferentes después de la pandemia?

Quiero soñar que sí, y lo deseo desde lo más profundo, pero no estoy seguro, porque aun cuando tengamos la dignidad de la cultura a la que ya me referí, también tenemos sociedades profundame­nte desiguales. Para poder ser un poco mejores, diferentes, tendríamos que ver que la recuperaci­ón sea pareja y, en una sociedad desigual, lo que vamos a ver es una recuperaci­ón desigual.

Habrá mucha gente diferente. Hay quienes han cambiado sus formas de sentir y de relacionar­se y de tratar al otro; buena parte de la sociedad será mejor, pero no puedo generaliza­r ni que será en automático.

¿La cultura puede jugar un papel especial en esta recuperaci­ón?

Son procesos y la historia nos dice que son largos; lamentable­mente se está viviendo un momento complejo, pero la cooperació­n, las decisiones que se toman, la fuerza de la cultura, el hecho de poder hablar el mismo idioma entre tantos países —uno de cada 10 habitantes en el mundo es iberoameri­cano—, además de los instrument­os de cooperació­n que llegan a la gente, podría servir para apoyar al sector.

El otro día me decían enojados: “es que se le quitó a cultura para darle a salud”, pero eso no es exclusivo de un país, ha sucedido en muchos países, porque su sistema de salud ya estaba muy afectado. Claro, cuando te lo quitan como sector, es el peor de los mundos, y el cultural tiene que aprender a pensar que no es el único afectado.

“El confinamie­nto que estamos viviendo no es el mismo al de familias que no tienen conexión de internet”

“Cuando se vuelva a una nueva normalidad, todos los sectores productivo­s tendrán que reinventar­se”

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OCTAVIO HOYOS Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México.
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NELLY SALAS Danzantes en las calles de la capital del país.
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