Combate a la corrupción
El gobierno federal parece estar listo para el embate que representa abrir la caja de pandora de las administraciones pasadas, o al menos de las dos últimas con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
La estela de lo que debe ser exhibido ronda Palacio Nacional y Bucareli, donde parece que la estrategia se ha militarizado para poner todo en estricto orden. Los archivos clasificados ya fueron estudiados y los analistas más especializados han rendido sus informes. Lo que sigue es ver qué ocurre con la política y sus adentros, pues toda investigación relacionada con temas de corrupción y transparencia termina recayendo en manos de quienes enmiendan la ley, los diputados, los senadores, el Presidente.
A la ciudadanía hay que darle nombres, culpables, acusados, pues solo así se calman las aguas de la tempestad pandémica que ha dejado a su paso miles de muertos y contagiados en México, un virus mortal que nos tiene a todos en jaque; gobierno y sociedad, unidos por una crisis que parece interminable, con mal humor social todo el tiempo, linchamos a quien se nos pare enfrente y piense diferente a nosotros. No hay tiempo de reflexión, por eso se combate quizá a la corrupción, para poder dar un poco de esperanza a la gente de que el gobierno, en efecto, está trabajando.
De ser así, veremos más casos, más nombres, algunas referencias locales; muchos hidalguenses que son mencionados, hasta una supuesta casa ligada a la familia de Emilio Lozoya en San Miguel Regla en Huasca; funcionarios de seguridad que trabajaron con el ex gobernador y actual senador Miguel Osorio; el eterno periplo de Ayotzinapa y el ex procurador Jesús Murillo; el Infonavit de David Penchyna, la reforma energética, etc. Son tiempos convulsos y nadie sabe para quién trabaja realmente, ni los propios morenistas que se dicen más obradoristas que Cuéllar, Yeidckol y Noroña.
A la ciudadanía hay que darle nombres, culpables, pues solo así se calman las aguas