“Cincinato y Washingtonon renunciaron al poder y se volvieron leyendas”
En una época que idolatra el éxito, abandonar las esferas de poder se percibe como un demoledor fracaso. Quienes alcanzan el timón de mando, se agarran a él con uñas y dientes. Frente a esta obsesión por el liderazgo, nuestros antepasados ensalzaron la elegancia de un gobernante que cedió el puesto sin aferrarse. El romano Cincinato se convirtió en símbolo de integridad política al renunciar dos veces a la máxima magistratura de la República. En la primera ocasión, el pueblo le concedió plenos poderes para hacer frente a una situación de emergencia. Tras una gran victoria bélica, disolvió el ejército y, considerando cumplida la tarea, dimitió cuando aún quedaban meses de mandato. Años más tarde, por petición popular, retomó el cargo como un servicio a sus conciudadanos. Una y otra vez, dejó la capital entre la admiración de todos, para volver a labrar en su pequeña granja.
Su recuerdo inspiró el nombre de la ciudad estadunidense de Cincinnati. El topónimo nació en homenaje a George Washington, quien, tras ganar la guerra a Gran Bretaña y lograr la independencia de las trece colonias, se retiró de la vida pública y regresó a cultivar sus tierras. En su honor, algunos oficiales fundaron la sociedad de los Cincinatos, entrelazando las leyendas de estos dos hombres. Por ceder la más alta autoridad, su ejemplo es hoy más poderoso que nunca.
El romano Cincinato se convirtió en símbolo de integridad política