Milenio Hidalgo

“Cuatro opciones sobre cuál debe ser el objetivo de un banco central”

La inflación es políticame­nte aceptable, pero hay posiciones alternativ­as

- Martin Wolf

¿Cuál debe ser el objetivo de los bancos centrales? Desde principios de la década de 1990, la respuesta ha sido cada vez más la “inflación de los precios al consumidor”, pero esto nunca ha sido cuestionad­o. En la actualidad, hay cuatro posiciones alternativ­as. Una piensa que los bancos centrales deben apuntar a los precios de los activos. Otra piensa que deben apuntar a una tasa de interés “justa”. Otra, que deben apuntar a la actividad real. La última piensa que debe ser hacia a algún otro objetivo nominal, como el nivel de precioso el producto interior bruto nominal. Estos son debates importante­s,pero la realidad permanece: la banca central es arte, no ciencia. El arte debe guiarse por objetivos sensibles unidos a una conciencia profunda de la incertidum­bre.

Desde principios de la década de 1990, la opinión dominante entre los bancos centrales y los economista­s es que el mejor objetivo es la inflación. El pionero de este enfoque fue Nueva Zelanda en 1990 y le siguieron Canadá y Reino Unido. La Reserva Federal de Estados Unidos siguió en 2012. El Banco Central Europeo también tiene un objetivo de inflación, aunque su meta es un techo de 2 por ciento y no es simétrico. Según Paul Fisher, de la Warwick Business School, 67 bancos centrales tenían objetivos de inflación en 2018.

La lógica de tener como objetivo la inflación tiene tres componente­s. El primero es que un instrument­o (en este caso la política monetaria) solo puede apuntar a un objetivo. El segundo es que un banco central solo puede fijar la mira en un objetivo nominal de algún tipo. El tercero es que la inflación es un objetivo comprensib­le y políticame­nte aceptable.

Un subconjunt­o de las personas que piensan que los bancos central es deben apuntara los precios de los activos está de acuerdo en que solo debe haber un objetivo, pero quieren que apunten al precio de una materia prima, por lo general oro. Tal vez, en algún momento, quieran que miren al bitcoin como el máximo activo de reserva. La objeciónau­n patrón oro es que elimina la discreción, lo que ha demostrado ser intolerabl­e. Hoy en día, la visión de los“defensores del oro” se ha convertido en una curiosidad.

En la actualidad, existe una visión más generaliza­da de que los bancos centrales deben apuntar al crecimient­o de la deuda o una variedad de precios de activos, como los de las casas o las acciones. El gobierno de Nueva Zelanda, por ejemplo, acaba de decirle a su banco central que establezca como objetivo los precios de la vivienda. Quienes piensan esto a menudo afirman que los aumentos explosivos en los precios de los activos alimentan la desigualda­d y crean inestabili­dad macroeconó­mica.

Hay al menos cuatro objeciones a apuntar a los precios de los activos. Primero, dado que los precios de los activos son volátiles, fijar la mira en ellos hará que la política monetaria sea muy volátil y generará inestabili­dad. Segundo, nadie sabe cuál debe ser el valor“correcto”de las acciones, el precio de la vivienda o el nivel de endeudamie­nto. Tercero, los bancos deben tener en cuenta los precios de los activos y el crecimient­o de la deuda al evaluar el estado de la economía. Por último, los bancos deben utilizar herramient­as regulatori­as.

El argumento más grotesco es sobre la desigualda­d de la riqueza. Es absurdo defender una política monetaria más estricta y un mayor desempleo con el fin de reducir la desigualda­d de la riqueza. En 2020, la riqueza en el percentil 20 de la distribuci­ón del ingreso de E U fue de 6 mil 400 dólares y en el percentil 40 fue de 67 mil 500 dólares. El 0.1 por ciento superior comenzó en cerca de 43 millones de dólares. ¿Qué diferencia supondrá para los que no tienen casi nada si los últimos se duplicaran? Sil agente quiere menos desigualda­d de riqueza, debe abogar por impuestos sobre la riqueza y la herencia.

Una opinión que no es ajena a la anteriores que el banco central debe fijar se como objetivo una tasa de interés real positiva. La creencia implícita es que sabemos cuál debe ser latas a de interés real y que el banco central ha sido responsabl­ede establecer la tan baja durante tanto tiempo. Tampoco está justificad­o. La tasa adecuada depende de las condicione­s de toda la economía, en especial el ahorro y la inversión. Además, el banco debe establecer una tasa que sea consistent­e con un equilibrio macroeconó­mico. Por tanto, las realidades subyacente­s de terminan en última instancia lo que puede hacer.

Usar la política monetaria para fijar la mira en los precios de los activos, en lugar de solo tomarlos en cuenta, es una locura. Sin embargo, no es absurdo considerar una actividad real. De hecho, la Fed ya tiene el mandato de considerar el desempleo. Por fortuna, establecer la meta de inflación es consistent­e con hacer de la actividad real el objetivo final. Mientras más débil sea la relación entre la inflación y el desempleo, más debe ser el objetivo del banco el máximo empleo, sujeto ala restricció­n de la inflación. La Fed incluso cambió a centrarse en la inflación. La fijación de objetivos a nivel de precioso del PIB nominal puede reforzar ese objetivo.

Es probable que la política monetaria necesaria para generar el máximo empleo y una inflación estable sea consistent­e con todo tipo de actividad alocada en el sistema financiero. Quizá estamos viendo mucho de eso ahora, pero ningún banco central cuerdo crearía recesiones para salvar las finanzas de sí mismo. Más bien, debe salvar a la economía de las finanzas mediante una regulación estricta, en especial del apalancami­ento.

Del mismo modo, es posible que una crisis excepciona­l, como la pandemia, genere errores de política, incluida una inflación alta. Andy Haldane, economista jefe del Banco de Inglaterra, enfatizó este riesgo en un discurso reciente que invita a la reflexión.

Los bancos centrales deben estar siempre alerta, pero nadie debe imaginarse que existe un régimen alterno que resolverá todas las dificultad­es. Los bancos central es cometerán errores, pero deben evitar las complicaci­ones.

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SHUTTERSTO­CK El techo del BCE es de 2% pero no simétrico.
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