Desde la cobijita roja
El domingo pasado fueron entregados los Globos de Oro a lo más granado del cine y la televisión estadunidenses. Permítaseme jugar a Fashion Police a fin de hacer la taxonomía de lo que vistieron actores y directores galardonados para recibir sus trofeos desde casa.
Es posible dividirlos en cuatro grupos:
De gala: Gillian Anderson, John Boyega, Emma Corrin, Andra Day, Josh O’Connor, Rosamund Pike, Anya Taylor-Joy.
De calle: Sacha Baron Cohen y Mark Ruffalo (traje sin corbata), Daniel Kaluuya (saco y camiseta), Catherine O’Hara (traje sastre), Aaron Sorkin (traje y corbata).
De pijama: Jodie Foster.
De fachas: Jason Sudeikis (sudadera), Chloé Zhao (camiseta raída).
Cierto, con el correr de los años la etiqueta vestimentaria se ha hecho creativa: muchas actrices han optado por vestir pantalón o falda corta, muchos actores prescindido de corbata o calcetines. Sin embargo, hasta el año pasado, incluso esas variaciones aparecían enmarcadas en un código vestimentario de gala. En año de pandemia, siete de 15 ganadores lo observaron y ocho no. Infiramos las razones.
Los siete primeros se vistieron para la ocasión, que no para el entorno: a su criterio, lo que debía dictar su vestimenta era su presencia en un palmarés de gala, aun si desde su hogar. Los últimos tres se ataviaron para el entorno, que no para la ocasión: Sudeikis y Zhao con ropa justamente de andar por casa, Foster también, aunque con guiño festivo dado por el satín de su pijama. Más fascinantes (por absurdos) resultaron quienes decidieron vestir de calle: informales para la ocasión, formales para el entorno, no quisieron hacer el ridículo de aparecer vestidos de gala en su hogar pero tampoco se ataviaron de manera lógica para estar en casa: traicionaron su angustia, derivada de la incongruencia del evento, con atuendos que pretendían acusar ocasión y entorno pero que, a mi juicio, fracasaron en ambos propósitos. Confesión: no juego a Joan Rivers. Más bien sigo perturbado por los cambios culturales que ha traído la pandemia. ¿Acabará con la moda? ¿La transformará? ¿Hará de la ropa expresión identitaria sin ambages?
La moneda –como el virus– está en el aire.
Sigo perturbado por los cambios culturales que ha traído la pandemia. ¿Acabará con la moda?