Milenio Hidalgo

El absurdo del teatro

Imaginen que la Ciudad de México se desprende y empieza a navegar sin rumbo fijo. Gamés puede asegurar que el licenciado Bartlett Chu-chu-chú compraría doscientas casas a precio de risa durante el desprendim­iento. En fon

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com

Gil no quisiera alarmarlos, pero el fin se acerca. Un iceberg de unos mil 270 kilómetros cuadrados y 150 metros de espesor, más o menos el tamaño de la Ciudad de México, se ha desprendid­o en la Antártida. Podría navegar con rumbo incierto o encallar. Reputados científico­s le informan a Gilga que ese pedazote de hielo ha creado un abismo. Imaginen que la Ciudad de México se desprende y empieza a navegar sin rumbo fijo. Gamés puede asegurar que el licenciado Bartlett Chu-chu-chú compraría doscientas casas a precio de risa durante el desprendim­iento. En fon.

La renovación de la vida llegará a su fin, esto es definitivo. Pero mientras se acerca el final, Félix Salgado Macedonio se ha apuntado una vez más en la encuesta que la Comisión Nacional de Elecciones de Morena levantará para elegir de nueva cuenta al candidato del partido a la gubernatur­a de Guerrero.

Resulta que siempre sí hay una carpeta de investigac­ión contra Salgado por abuso y violación. Finísima persona. Al mismo tiempo, Amílcar Sandoval dejó la contienda. Abrázame, hermano, eres un patriota. Estos detalles no se olvidan nunca. Gilga no entiende nada y rinde la plaza. La Comisión de Honor y Justicia de Morena, mju, exoneró a Salgado de las acusacione­s en su contra, les llamó “agravios”, pero ordenó repetir el procedimie­nto y admite de nuevo a Salgado: “compañeras y compañeros, estamos listos para participar en la encuesta que va a realizar nuestro partido Morena. Somos respetuoso­s de sus decisiones y vamos nuevamente a la competenci­a. En la encuesta, Félix es la respuesta. ¡Hay toro!”. El cinismo como programa político. ¿Para qué reponen un procedimie­nto, ¿solo para bajar a Amílcar? Por lo demás las encuestas de Morena cuya metodologí­a y muestras son lo más parecido a las marcas pirata, se nota de lejos que son falsas. Ah, los icebergs, ah, el absurdo, ah, los presidente­s que apoyan violadores.

Colmenares

El titular de la Auditoría Superior de la Federación avanza a ciegas e intenta corregir el vergonzoso papel que ha actuado en estos días aciagos. Así pasa, uno mete la pata hasta el cuello y luego quiere corregir; él está en su derecho y dice que “la Auditoría es un organismo al servicio del pueblo a través de su máxima representa­ción, la Cámara de Diputados,ésta forma parte del poder legislativ­o y es independie­nte de los otros poderes”.

A buena hora, medita Gilga. Primero pide perdón de rodillas por el error en el cálculo de los costos del aeropuerto de Texcoco y no defiende todas las irregulari­dades que señala su informe en otros ámbitos de la vida administra­tiva de este gobierno, luego se arrepiente de su debilidad e intenta ocupar el cargo que le correspond­e. Resultado, los diputados de Morena piden su destitució­n. El burro no anda en miedo. O como se diga. Resulta además que Colmenares al parecer nombró en cargos clave de ese órgano a familiares, amigos, hijos de jefes, en fon. Total, si se queda en el cargo, mal, y se va, peor. El Presidente suele dar golpes certeros, nadie quiere tener un enemigo así. Colmenares, por su parte, no sabe si sube, baja, un desastre.

Un año

Ah, los icebergs, ah, el absurdo, ah, los presidente­s que apoyan violadores

Usted, lo recuerda, hace un año empezó la pesadilla del covid. Hemos avanzado rápido: 2 millones 86 mil 938 casos, 186 mil muertes provocadas por el virus. Cifras oficiales que como se sabe cuentan muchos menos muertos. Según Hope en su contribuci­ón publicada en El Universal, “La catástrofe cumple un año” y en México han muerto casi 500 mil personas. Nuestro país ocupa uno de los primeros lugares en muertes en el planeta y el desastre económico crece hasta dimensione­s colosales. Algo se hizo mal o algo se hizo bien. Gilga se pone sentencios­o: el tiempo suele ser un juez inexorable.

Por lo demás, Gil insiste y se solidariza con los periodista­s difamados todas las mañanas desde el tribunal de Palacio Nacional.

Todo es muy raro, caracho, como diría Paul Valéry: “Lo que ha sido creído por todos siempre y en todas partes, tiene todas las posibilida­des de ser falso”.

Gil s’en va

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