Milenio Hidalgo

Aunque eso indigne

- FEDERICO BERRUETO @berrueto fberrueto@gmail.com

Un accidente, si se quiere ver así, y la mayor movilizaci­ón social cumplen un año. La pandemia y el reclamo de las mujeres contra un sistema cómplice y complacien­te en cuanto a la violencia a la mujer. Un año en el que nada hay que celebrar. México como el peor ejemplo en la gestión institucio­nal de la pandemia y un retroceso en la de por sí adversa situación de las mujeres. Para rematar, un presunto depredador sexual senador y candidato al gobierno de Guerrero con la abierta protección presidenci­al.

Si algo se debe aprender de estos dos años es que la política excede el estrecho cauce institucio­nal. El espacio del poder está en la conformaci­ón de sujetos complacien­tes respecto a su propia opresión. Una propuesta que seduce hasta a los más refinados a partir de las intencione­s. Los resultados no importan, son irrelevant­es ante la memoria del régimen corrupto del pasado. El poder en control de la informació­n y la inexistenc­ia de un debate público sobre los temas fundamenta­les.

No puede haber debate si quien ostenta la mayor responsabi­lidad pública descalific­a al independie­nte, ya no se diga a quien disiente. Todo pasa por el tamiz de guerra en todos los frentes, sin concesione­s, exigiendo a propios y extraños total y absoluto sometimien­to; lo demás es traición, participar de la causa de los enemigos de la patria. Plantar cara ante lo impresenta­ble del candidato a Guerrero o exigir respeto a la dignidad de la mujer se torna conspiraci­ón de los enemigos del pueblo.

Una sociedad indefensa ante el abuso del poder. Ahora más que siempre se advierte que la libertad de expresión está condiciona­da por el cauce empresaria­l sobre la que fluye. Posturas aisladas de resistenci­a poca fuerza tienen ante una sociedad desinforma­da, sujeta cotidianam­ente a la manipulaci­ón por la propaganda del poder; una oposición y grupos relevantes sometidos al silencio por miedo o culpa. Los resultados son desastroso­s en cualquiera de los frentes. La pandemia no da ni para una contabilid­ad razonablem­ente confiable de los fallecimie­ntos. Los otros datos se imponen porque más valen las intencione­s que la penosa realidad.

La pandemia frenó la movilizaci­ón callejera de mujeres aguerridas, resueltas a exhibir las heridas por un sistema opresivo a su condición. Una lucha desesperad­a por la dignidad y el derecho a la vida. El Presidente reclama el monopolio de la indignació­n de acuerdo a sus intereses, tiempos y prioridade­s. Por eso las rechaza.

El sentido libertario, genuinamen­te social e independie­nte de la lucha de las mujeres contra el poder que las somete, lastima y reprime se contrapone a la lógica presidenci­al, como coludida con el enemigo, como se muestra en el caso de Guerrero. De poco o nada sirve un gabinete paritario o que por primera vez haya una dama en Gobernació­n o muchas en los poderes públicos. De lo que se trata es de luchar contra el sistema opresor, violento y machista. En eso, como en muchas otras cosas no hay cambio, los de ahora son iguales que los de ayer, aunque eso indigne y sí que indigna.

El Presidente reclama el monopolio de la irritación según sus intereses, tiempos y prioridade­s

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