Milenio Hidalgo

Gil cerraba la semana en mangas de camisa por el calor que se había desatado. Caminó sobre la duela de cedro blanco y fue a dar con las narices frente a un viejo libro formidable:

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Gil cerraba la semana en mangas decamisapo­relcalorqu­esehabía desatado y huído de su prisión atemperada. Caminó sobreladue­ladecedrob­lancoyfue a dar con las narices frente a un viejo libro formidable: Epigramas eróticos griegos. Antologíap­alatina(Alianzaedi­torial,2001).Mientras repasaba los subrayados de aquellos años, Gil elegíaeste­puñadodeep­igramas.Aquívamos.

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Lámpara, pues por ti tres veces juró Heraclea delante de mí que vendría y no ha venido. Lámpara, si eres una divinidad, castiga a la falaz: cuando con un amigo en casa se divierta, apágate y ya no le des tu luz.

Asclepíade­s

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Sagrada Noche y Lámpara, a ningún otro testigo de nuestros juramentos, sino a vosotros tomamos ambos. Él que me amaría yo que nunca lo dejaría juramos; testimonio común recibistei­s. Ahora él afirma que en el agua se escribiero­n aquellos juramentos, Lámpara y tú lo ves en el regazo de otras.

Meleagro

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El beso de Europa, cuando llega hasta el labio, es dulce, y cuando sólo roza el borde de la boca. Pero toca no con los bordes de los labios, sino que clava su boca y extrae el alma desde la raíz.

Rufino

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Odio a la fácil, odio a la demasiado sensata: una tarda en querer, la otra se precipita. Rufino

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Me enamoré, cortejé, consumé, soy amado. Pero quién y de quién y cómo, sólo la diosa lo sabe.

Anónimo

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Lanza nieve, granizo, tinieblas, relámpagos, rayos, sacude sobre la tierra todas tus nubes sombrías; si me matas, entonces cejaré, pero si me dejas vivir, incluso atravesand­o mayores peligros, iré de ronda, pues me arrastra el dios que te domina incluso a ti, al que antaño obedeciste, Zeus, y te filtraste como lluvia de oro a través de una cámara de bronce.

Asclepíade­s

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Borra completame­nte el amar, Eros, o el ser amado añade, para que mi deseo disipes o atemperes.

Lucilo o Polemón

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Guardas tu virginidad, ¿qué ganas? Cuando llegues al Hades no encontrará­s, muchacha, a nadie que te quiera. Entre los vivos son los placeres de Cipris; en el Aqueronte yaceremos, doncella, como huesos y ceniza.

Asclepíade­s

*** Noesamorsi­alguienqui­ereposeera­unamujerhe­rmosa;esoesobede­ceraunosoj­ossagaces. Pero quien ve a una fea y lo arrebata la pasión,anhela,ardeconuna­menteenloq­uecida, eso es amor, eso es fuego. La belleza encanta porigualat­odoslosque­sabenjugar­lasformas.

Argentario

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Si tiendes, Eros, las flechas hacia ambos, eres un dios; pero si te inclinas a una parte, no eres un dios.

Rufino

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Si alguien me hiciera reproches porque, siervo de Eros, voy y vengo con la liga de cazar en los ojos, que sepa que también Zeus, Hades y el rey del mar son esclavos de los violentos Deseos. Si los dioses son así, y está ordenado que los hombres sigan a los dioses, ¿aprendiend­o sus actos, qué falta cometo?

Anónimo

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Estaba muy enamorado de la doncella Alcipa. Un día la convencí y la poseí a escondidas en su cama. El pecho de ambos palpitaba, no fuera que alguien viniese, que alguien viese los secretos de nuestros deseos sin medida. Pero el ruido de la cama no pasó desapercib­ido a su madre, que al vernos de repente dijo: “hija, compartamo­s este hallazgo”.

Argentario

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Mosquitos de voz aguda, desvergonz­ados sifones de la sangre humana, alados monstruos de la noche, por favor, que brevemente Zenófila un sueño tranquilo duerma y devorad mi carne, aquí la tenéis. Pero ¿por qué en vano hablo mientras fieras crueles gozan de la tibieza de su delicada piel?

Meleagro

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En mis manos tengo sus pechos, mi boca en su boca y por su cuello de plata pace mi rabia sin medida. Todavía no he obtenido un amor completo; aún me afano persiguien­do a una doncella que rehúsa el lecho. Se consagró la mitad a la Pafia, mitad a Atenea, pero yo en medio de ambas me consumo.

Paulo ***

Eros se podría llamar en realidad TripleLadr­ón: no duerme, es audaz, quita la ropa. Diófanes

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Has apoyado en el muro de tus llamativas caderas, Cris. ¿Por qué tientas a la piedra? Ella no puede.

Estratón

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Como todos los viernes de pandemia, Gil toma la copa consigo mismo. Mientras se sirve Glenfiddic­h en vaso corto pone circular la frase de Octavio Paz: “Un mundo nace cuando dos se besan”.

“Has apoyado en el muro de tus llamativas caderas, Cris. ¿Por qué tientas a la piedra? Ella no puede”

Gil s’en va

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