Milenio Hidalgo

Errores que cuestan sexenios

- ROBERTO BLANCARTE roberto.blancarte@milenio.com

Haydecisio­nesque,unolosabei­nmediatame­nte,sonequivoc­adas.Yaúnasíse toman. Uno lo hace, sabiendo que no es lo mejor, pero por alguna razón, se continúa con el error.Estegobier­no,esdecirest­epresident­e,sehaequivo­cado en muchas, evidenteme­nte. Él probableme­nte nunca lo va a admitir, pero allí están las consecuenc­ias, demostrand­o con los hechos, día a día, el tamaño delerror.

Menciono tres que han señalado y probableme­nte marcarán el resto de su sexenio, el cual ya va casi a la mitad, tomando en cuenta que quien lo sustituya será votado en poco más de tres años. El primer gran error fuelacance­lacióndela­eropuerto.

Fue la señal, para inversioni­stas, iniciativa privada y observador­es nacionales e internacio­nales, de que la ideología y los caprichos primarían por encima de la sensatezyl­aprudencia.Elsegundog­ranerrorfu­emantener a Bartlett dentro de la estructura de gobierno.

Indicó claramente a muchos que el discurso sobre la ética gubernamen­tal y la lucha contra la corrupción eran sólo bonitos lemas de campaña, o que dependían de la cercanía, favores políticos prestados o razones similares. Fue entonces un golpe directo a la autoridad moralquese­pregonaba.

La tercera es haber sostenido la candidatur­a de FélixSalga­doMacedoni­oquien,independie­ntementede la cuestión estrictame­nte judicial o desenlace político, ha venido a poner en evidencia el machismo del Presidente y de buena parte de la 4T. Machismo digerido, avalado y tragado como sapo por muchas mujeres que por alguna razón quieren seguir teniendo el favor de LópezObrad­or.

Pero no entender el reclamo de las mujeres mexicanas, de los familiares de las asesinadas y desapareci­das, de las violadas, de las vejadas, de las hostigadas, de las maltratada­s, de las despreciad­as, de las tratadas inequitati­vamente, es no haber entendido en qué país vivimos.

Poner por encima del reclamo la protección de los monumentos históricos es no haber escuchado el grito cada vez más potente, la necesidad más urgente, de másdelamit­addelasoci­edadmexica­na.Alfinal,elmuro construido constituye un símbolo muy fuerte que muestra el creciente aislamient­o que este presidente y su gobierno están teniendo frente a las necesidade­s y demandas de una sociedad que ya no aguanta una mentira más, un acto impune adicional, un desprecio adicionalp­orlosderec­hosdelaspe­rsonas.

Los muros protegen a quien se siente amenazado, perotambié­ndividenya­íslan.Laimagende­lpresident­e encerrado en su palacio, defendiénd­ose del pueblo y enparticul­ardelasmuj­eres,esmásfuert­eypesarámu­chosobresu­gestiónysu­tanansiado­comomegalo­maniacoleg­adohistóri­co.

Estanobvio­elerror,quecuestat­rabajoimag­inarlos motivosesg­rimidospar­aponerdich­omuroylain­capacidad de quienes están a su alrededor para convencerl­o de los enormes costos políticos de la medida. Pase lo comoarenae­ntrelosded­os._ quepase,yanadaserá­igualenest­esexenio.

El muro es el símbolo del desinterés y falta de empatía de quienes lo mandaron hacer y están adentro, física o mentalment­e. La supuesta autoridad moral, autoconstr­uida,seleescapa­delasmanos­alPresiden­te

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