Impopular, pero necesario
Hay muchas prioridades en la agenda de Joe Biden. Muchas tienen que ver con cosas que destruyó o des hizo su antecesor. No todo lo que hizo fue malo, pero sí hizo mucho daño y en muchos aspectos rezagó a su país. China y Rusia lograron aprovechar o capitalizar esto. Cuesta mucho tiempo recuperar el rezago y muchas veces el costo político para que esto ocurra en el menor tiempo posible es también muy alto.
Biden hará modificaciones importantes en la estructura fiscal. Una de las medidas populistas que implementó Trump fue una disminución a la tasa corporativa; la bajó de 30 a 21%, y también en los diferentes niveles de ingreso promovió bajas generalizadas a las personas físicas. Estados Unidos tiene un enorme déficit y aunque el mundo hoy no lo observe con preocupación y lo siga financiando a pesar de su altísimo apalancamiento, es algo que puede cambiar.
Biden está preocupado y consciente, por eso promoverá un alza de impuestos. Su reforma fiscal tiene cuatro ejes. 1. Subir impuestos federales, que no han cambiado desde 1993. El objetivo será pagar un plan económico de largo plazo. 2. Aumentar el impuesto corporativo de nuevo a 28%. Un alza de 7 puntos porcentuales que puede traer un impacto positivo en la recaudación y negativo en el mercado accionario. Un gran impulso en su momento a las bolsas fue justo la reducción de este impuesto. 3. Subir la tasa impositiva a los que tienen grandes ingresos. Sin poder precisar a partir de cuanto, pero es probable que quienes tengan percepciones por arriba de 400 mil dólares pagarán más. En este punto tiene que hacer algo con las deducibilidades y consolidación de resultados en grupos o corporativos. Son muchos los que se aprovechan de estas estrategias para tener cuantiosos ingresos y pagar poco o cero impuestos. Como ejemplo Trump o Warren Buffet, quien admite que lo que paga de impuestos es irrisorio frente a lo que gana. 4. Subir la tasa de las ganancias de capital. Existe un tabulador que dependiendo la ganancia va de 0 a 15% o 20%. La tasa se calcula en función del ingreso que se obtiene entre la diferencia del precio al que se compra un activo y venderlo a un precio mayor. Es un impuesto que se genera hasta realizarlo y no mientras se tiene el activo, aunque suba de precio. Esta es una de las razones por las que Wall Street es más republicano que demócrata.
Habrá que ver cómo quedan estos puntos. Mientras, en México la estructura fiscal sigue siendo muy mala. Pocos pagan mucho y muchos no pagan; la economía informal es mayor a la formal. Lo que ya nos advirtieron es que después de las elecciones del 6 de junio vienen cambios fiscales, una “miscelánea fiscal”. Será tras las elecciones porque serán impopulares y no pueden arriesgar nada del capital político. Lo lamentable es que vienen cambios para cobrar más a la base cautiva y nada nuevo para tener más contribuyentes, que es lo que se necesita. El gasolinazo podrá no gustarnos, pero ayuda a captar impuestos de informales; sería mejor gravar el consumo, pero en este gobierno no va a ocurrir.