De la peor calaña, pero ganará
Los partidos políticos son criticables, desde luego, pero no son entes venidos de Marte sino creaciones terrenales y, en nuestro caso, monstruos de inocultable pelaje local, o sea, criaturas autóctonas engendradas en el reverenciado templo de la mexicanidad. Lo que pretendo evidenciar es el vínculo indisoluble que existe, digamos, entre cierto candidato designado por Morena y el pueblo de Guerrero, o el maridaje que llegó a celebrar un sujeto apellidado Bartlett, postulado en su momento por el Partido Revolucionario Institucional, con los votantes de Puebla, o los respectivos amoríos de Fox y sus guanajuatenses,dePeñaysusmexiquensesy,pornodejar, de Obrador y sus seguidores, millones, de todas las proveniencias.
Compartimos muy oscuros orígenes, oigan, aunque los jóvenes de ahora no sepan de los tiempos de la “dictadura perfecta” y que la anquilosada retórica de los dinosaurios del antiguo régimen —antes de que floreciera el imperio del satanizado “neoliberalismo”— les resulte, hoy día, atrayente, esperanzadora y motivante.
El tema es que aquel sistema del que ya casi nadie se acuerda evolucionó y terminó por dictar su propia sentencia de muerte al traspasarle el mando a un opositor lenguaraz que, miren ustedes, dejó ir la ocasión de cambiar verdaderamente las cosas en este país a pesar de contar, al comenzar su mandato, con un avasallador apoyo popular.
Estamos hablando, después de todo, de la mentada “transición democrática”: los mexicanos pudimos, finalmente, sentirnos representados no sólo al ejercer la suprema facultad de elegir al gobernante de nuestras preferencias sino, sobre todo, al poder echar a la calle a los otros.
Y en eso estamos, justamente en estos momentos: tan democráticas y legales son nuestras elecciones que votamos por un verdadero cambio de régimen. Este ejemplar ejercicio de ciudadanía pareciera ser la consagración del mejor de los mundos. Pero, de pronto, se presenta en el escenario, como candidato a gobernar un estado de la Federación, un individuo al que varias mujeres acusan de haberlas violado, ni más ni menos. ¿Los virtuosos ciudadanos, esos mismos que han participado en la gran gesta democrática de México, le van a dar su voto? Todo se viene abajo, señoras y señores.
¿Los virtuosos ciudadanos le van a dar su voto? Todo se viene abajo, señoras y señores