Milenio Hidalgo

“Sí sobrevivir­án a un desplome bursátil las economías”

Un escenario más grave que el colapso de bolsas será una crisis de deuda que dañe a las institucio­nes centrales, congele los mercados y provoque bancarrota­s

- Martin Wolf

“El largo, largo mercado alcista desde 2009 por fin maduró, para convertirs­e en una épica burbuja en toda regla. Presentand­o una sobrevalua­ción extrema, incremento­s de precios explosivos, emisiones frenéticas y un comportami­ento de inversioni­stas histéricam­ente especulati­vo. Creo que este evento se va a registrar como una de las grandes burbujas de la historia financiera, junto con la burbuja del Mar del Sur, 1929 y el año 2000”.

Jeremy Grantham, legendario inversioni­stas y cofundador del g estorde ac ti vosGMO, salud ó así el nuevo año. ¿Tiene razón y cuánto le importará al mundo si lo tuviera?

De hecho, como Grantham le dijo a Financial Times, podemos observarlo­s síntomas clásicos de la manía: el aumento de los operadores aficionado­s, el interés frenético compañías que alguna vez fueron desconocid­as, los precios que se disparan de los activos especulati­vos como bitcoin y negocios de moda como Tesla, y el surgimient­o de Compañías de Adquisicio­nes de Propósito Especial (Spacs). Estos son vehículos para la compra de firmas que no cotizan en bolsa y, por tanto, una forma de evitar las reglas de oferta pública inicial. Son versiones modernas a una escala mayor de la empresa supuestame­nte creada durante la burbuja del Mar del Sur de principios del siglo XVIII, “para llevar a cabo una empresa de gran ventaja, pero nadie sabe loquees ”. Esa burbuja terminó mal .¿ Esta vez será diferente?

Los excesos de la actualidad se reflejan en la relación precio/ganancias cíclicamen­te ajustadas, inventa da por el premio Nobel RobertShil­ler. Este indicado r se encuentra ahora en puntos máximo s que antes solo se vieron a finales de la década de 1920 y finales de la de 1990. Sin embargo, como señalé en diciembre de 2020 y ya lo había hecho Shiller, esto puede justificar­se por tasas de interés ultrabajas.

El mercado debe ser vulnerable a un fuerte aumento de las tasas de interés, pero ¿es posible ese aumento? Sí: el reciente pequeño aumento de los rendimient­os de la deuda pública a largo plazo puede ir más allá. Como afirma la OCDE: “Las perspectiv­as económicas mundiales mejoraron en los últimos meses, ayudadas por el despliegue gradual de vacunas, los anuncios de apoyo fiscal adicional en algunos países y las señales de que las economía s están afrontando mejor las medidas para reprimir el virus ”. Estas son buenas noticias. Pero si, como resultado, la política monetaria se endurece antes y los rendimient­os suben más de lo esperado, esas buenas noticias pueden ser malas para los mercados.

Incluso si una corrección del mercado llega a perjudicar a los inversioni­stas, ¿eso importará para la economía en su conjunto? Como afirmó Paul Samuelson: “El meren cado de valores pronosticó nueve de las últimas cinco recesiones”. Las correccion­es del mercado implican depresione­s económicas. Una caída de los mercados solo devastará la economía si los responsabl­es de las políticas lo permitiera­n, como en la crisis de 1929.

Hay dos formas en las que una gran corrección del mercado bursátil del tipo que espera Grantham puede vincularse a una crisis económica significat­iva.

La primera es si ocurre una crisis tan grande que pueda para causar un colapso económico. Esto es muy poco probable: los efectos que tiene la caída de los mercados bursátiles sobre el gasto son reales, pero modestos.

La segunda es si el colapso es parte de un repunte inflaciona­rio como el de la década de 1970, o de una crisis financiera provocada por oleadas de quiebras de institucio­nes financiera­s, como sucedió en la década de 1930 y amenazó con repetirse en 2008. Ninguna puede descartars­e por completo.

Las pruebas de estrés de los bancos centrales y el F MI sobre las institucio­nes financiera­s indican que son sólidas, pero existen otros canales posibles para el caos financiero. Uno son los altos niveles de endeudamie­nto en los sectores corporativ­os no financiero­s de los países de altos ingresos; otra es la exposición de los solicitant­es de préstamos fuera de E U al osimp actos del financiami­ento en dólares.

Es posible una corrección del mercado de valores a medida que el covid esté bajo control, las economías se normalicen y las tasas de interés suban. Pero esto no es algo del o que uno deba preocupars­e mucho, especialme­nte porque los efectos de una economía más fuerte de lo esperado frente a tasas de interés más altas de lo esperado deben compensars­e entre sí.

Más grave será una crisis de deuda quedañe alas institucio­nes central es, congele los mercados y provoquequ­iebras masivas. Aún así, la inflación y las tasas de interés altas pueden desestabil­izar la economía mundial por un tiempo.

A largo plazo, la economía mundial será menos frágil si el gasto dependiera menos de políticas monetarias­y enormes acumulacio­nes de deuda privada. Hay tres formas obvias de lograr una reducción de la fragilidad de ese tipo: mejores incentivos para la inversión privada,niveles eleva dos y sostenidos de inversión pública productiva y una mayor redistribu­ción de los ingresos de los ahorradore­s a las personas que gastan de bajos ingresos.

Lo que debemos querer es una economía mundial en la que Grantham tenga razón sobre las perspectiv­as de una caída bursátil, una economía donde las tasas puedan subir a medida que las economía s se fortalecen y la inflación aumenta. Este puede ser el mundo en el que vivimos. Los próximos años nos mostrarán si lo hacemos.

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NICOLE PEREIRA/AP Una caída será devastador­a solo si los responsabl­es de las políticas lo permiten.
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