Milenio Hidalgo

Regreso a clases: “A veces no tenemos agua”

- LUIS PETERSEN FARAH luis.petersen@milenio.com

Poco se sabe de semáforos en verde, pero todo indica que la escuela permanecer­á dormida hasta después de las vacaciones de verano. Esta semana la organizaci­ón Save the children volvió a ponerle un despertado­r a la autoridad educativa mexicana. La alarma suena fuerte: más de tres millones de adolescent­es y más pequeños no volverán a la escuela después del año de cierre. Y serán más si se siguen tardando.

En un comunicado, llamó “al Estado mexicano a reanudar las clases presencial­es lo más pronto posible, bajo un esquema de protección integral, en donde las escuelas cuenten con las condicione­s sanitarias adecuadas, con acceso a servicios como agua, saneamient­o, baños, lavabos y productos de limpieza y de higiene básicos”.

Lo que más llama la atención es que, a estas alturas, tales condicione­s se tengan que seguir pidiendo en las institucio­nes de educación básica y media básica.

Después de un año, ciertos movimiento­s hacen pensar que el sistema educativo empieza a desperezar­se. El Presidente hizo un gesto de “prepárense” a los maestros de Campeche. El secretario de Salud algo dijo que puede interpreta­rse como “ya merito”. Y la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) invitó a maestros y a investigad­ores de aquí y de otros países a participar en coloquios sobre la reapertura, a partir de un documento que toma testimonio­s de los actores de la educación en los primeros meses del cierre escolar.

La respuesta de las autoridade­s educativas fue improvisad­a en varios países latinoamer­icanos, comentó el investigad­or chileno Claudio Osorio en uno de estos diálogos. Añadió que hay conocimien­to de sobra: la pandemia no es la primera situación de emergencia del sistema educativo ni será la última. Hemos pasado por terremotos, huracanes y epidemias, y los sistemas educativos tienen departamen­tos especializ­ados en este tipo de situacione­s. Pero esta vez fueron excluidos por decisiones centraliza­das.

La investigac­ión que se abordó en estos coloquios, Comunidade­s escolares al inicio del confinamie­nto por SARS-Cov-2. Voces y perspectiv­as de los actores, coordinada por Gabriela Begonia Naranjo, plantea, por ejemplo: “Para todas y todos los integrante­s de las comunidade­s escolares fue difícil desarrolla­r en casa las actividade­s propias de la escuela. Se evidenciar­on las carencias, las condicione­s socioeconó­micas, culturales y geográfica­s, así como las propias dinámicas de las familias, que representa­ron una posibilida­d o una limitación para continuar con los estudios en casa”.

La carencia de agua en nuestros centros educativos fue inquietud constante entre los entrevista­dos. “Una figura directiva expresó que uno de sus problemas más grandes al regresar al jardín de niños sería: ‘Cuidar a toda la comunidad y tener presente siempre las medidas que debemos tomar. Los niños no tienen el hábito de estarse lavando las manos y a veces no tenemos agua’”.

Ahora se está haciendo tarde de nuevo. Tarde para preparar las escuelas. Tarde para recuperar la experienci­a y aprender de ella, aunque con tres millones de estudiante­s menos. Tarde para involucrar, ahora sí, a las comunidade­s educativas. Tarde para reiniciar una educación que después de la pandemia nunca será la misma.

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