“El enorme esfuerzo de abrir el IMSS a no derechohabientes”
Era 24 de abril de 2020. Habían pasado tres días de la Fase 3 de la epidemia y la cifra de contagios iba en aumento: 11 mil 633 casos confirmados. Mientras el virus avanzaba había una preocupación constante: enfrentábamos lo desconocido con un sistema de salud históricamente fragmentado que debíamos unir de manera urgente.
El presidente López Obrador nos había señalado la vía: Crecer en la capacidad para no rechazar a nadie que solicitara atención médica por covid-19. Actuamos pronto para responder como un solo sistema de salud: IMSS, Secretaría de Salud, Insabi, el Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas, el Issste y Pemex firmamos un Convenio Marco para el Intercambio y Atención de Pacientes Graves con covid-19. Esta firma abrió las puertas para que todos los ciudadanos contagiados pudieran ser atendidos sin importar su condición de derechohabiencia.
Hacerlo no era sencillo; sin embargo, tres razones motivaron al Seguro Social para tomar esta decisión:
Primero: Una razón jurídica. La Constitución garantiza el derecho a la salud de todos y el artículo 216A de la Ley del Seguro Social nos dice cómo hacerlo en un escenario de emergencia sanitaria por fuerza mayor. A esto se sumó un Acuerdo de Consejo Técnico del IMSS que dio mandato para salvaguardar la seguridad y salud de los mexicanos sin seguridad social.
Segundo: El sentido humanitario de los trabajadores del IMSS. Nuestro personal de salud son funcionarios públicos con una profunda lealtad a su profesión, que saben que su trabajo no es uno más, sino uno que tiene que ver con una de las causas más nobles y humanitarias: Salvar vidas. Y así fue. Pronto mostraron su lado más patriota y solidario. Pero también teníamos que ver por ellos. Con el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social firmamos un acuerdo para respetar el Contrato Colectivo de Trabajo vigente, evitar sobrecargas de trabajo y no afectar los derechos laborales.
Tercero: La historia del IMSS. Desde su origen el Seguro Social ha estado cuando más se necesita: El sismo de 1985 y de 2017; el cólera en 1990 y el H1N1 en 2009. Ahí están en la memoria del IMSS las imágenes de solidaridad con la apertura de la atención médica de todos los mexicanos en situaciones de emergencia. Hubiera sido vergonzoso cerrar nuestras puertas a la población no derechohabiente.
Abrir el IMSS a no derechohabientes ha significado un enorme esfuerzo. Por fortuna, como ya lo he contado en anteriores entregas, habíamos comenzado a tiempo para aumentar nuestra capacidad hospitalaria y contratamos a más de 30 mil trabajadores de la salud que se sumaron a los que ya atendían en la primera línea. Gracias a ello, al 21 de marzo, el Seguro Social ha atendido a más de 2 millones de mexicanos con sintomatología covid, 208 mil 335 mexicanos han podido ser hospitalizados y, de éstos, 52 mil 367 han sido personas sin seguridad social. Un esfuerzo que se ha contado poco, pero que nos permitió salvar más vidas.
Mientras escribo: La Semana Santa debe convertirse en un espacio de equilibrio. La reactivación del sector turístico debe acompañarse de medidas para evitar un aumento en los contagios. Autoridades, empresas y sociedad en corresponsabilidad. No bajemos la guardia.
Enfrentábamos lo desconocido con un sistema de salud históricamente fragmentado