¿Somos iguales?
Un tribunal colegiado admitió a trámite los recursos de queja que interpuso el presidente Andrés Manuel López Obrador y la Secretaría de Energía (Sener) contra las suspensiones provisionales que frenaron de manera temporal la aplicación de la Ley de la Industria Eléctrica (LIE).
Las impugnaciones serán analizadas por el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa, Especializado en Competencia Económica, Radiodifusión y Telecomunicaciones, mismo que en el transcurso de esta semana deberá resolver si son fundadas o no.
Los recursos de queja se promovieron contra las suspensiones provisionales que concedió Juan Pablo Gómez Fierro, juez Segundo en Materia Administrativa, Especializado en Competencia Económica, Radiodifusión y Telecomunicaciones, el 10 de marzo para frenar la aplicación de la LIE.
En su resolutivo, Gómez Fierro señaló que la LIE puede dañar la competencia y la libre concurrencia además de que puede producir daños inminentes e irreparables al medio ambiente.
Sin embargo, el juez federal también ha concedido 12 suspensiones definitivas que paralizaron ya de manera indefinida la Ley de la Industria Eléctrica; medidas cautelares que solo pueden ser combatidas a través de un recurso de revisión ante un Tribunal Colegiado.
Hasta el día de hoy, suman 47 suspensiones provisionales y definitivas otorgadas por los jueces Gómez Fierro y Rodrigo de la Peza López Figueroa, juez Primero en la citada materia.
Hace unos días, el presidente López Obrador pidió al Consejo de la Judicatura Federal (CJF) investigar al juez Gómez Fierro.
Qué
se vayan todos! Ese fue el grito de hartazgo y desesperación de los argentinos cuando les llegó la crisis de principios de este siglo. Lo habían intentado todo, desde gobiernos militares (que, sin duda, más de alguno apoyaba) hasta el peronismo neoliberal de Menem, pasando por radicales y otras fórmulas novedosas. En ese momento, para muchos argentinos, todos los políticos eran iguales. No querían a nadie. Me pregunto si en México estamos llegando a ese punto de hartazgo, donde nada ni nadie nos va a satisfacer, porque, en efecto, desde cierto punto de vista, las diferencias parecen borrarse. Digo esto porque desde algunas perspectivas feministas, todos los comportamientos machistas o patriarcales son iguales o igualmente condenables. Y así, con la mano en la cintura, ponen en el mismo plano a un candidato a gobernador acusado de violaciones y a un actor que hace crítica del sistema mediante una parodia con un personaje obviamente pendenciero. Se olvida así que este personaje tuvo en sus programas a connotadas feministas, abriéndoles espacios reales a sus reivindicaciones. Feministas que ya hacían su lucha cuando las de ahora no habían nacido y que son menos radicales porque han aprendido que el mundo está lleno de matices. Algunas de ellas colaboran con la 4T porque creen incluso que pueden avanzar su agenda dentro del gobierno, aunque deben pedir que se las trague la tierra cada vez que el Presidente dice una tontería. Otras ya han pasado por allí y han visto que, si bien es cierto que ayuda tener a algunos funcionarios a favor de sus demandas, lo más fructífero a largo plazo es cuando la sociedad termina por empujar una determinada reivindicación. Porque también han tenido la experiencia de que algunas de sus aliadas, colocadas en puestos claves, no solo no han impedido, sino que en ocasiones han permitido abiertamente, por razones relativas al juego de poder, que se establezcan las políticas más nefastas para las mujeres.
López Obrador dice que él no es igual a sus antecesores y creo que tiene razón. Aunque no como él lo piensa. Habrá quienes lo juzguen mejor y otros lo considerarán peor. Pero ciertamente no es igual a otros. Su machismo y patriarcalismo es muy específico y evidentemente está arraigado en una cultura conservadora católico-cristiana de viejo cuño. Por lo mismo y por razones políticas hasta ahora desconocidas, ha respaldado a un muy cuestionable candidato, acusado por varias mujeres de haberlas violado, para que ocupe una gubernatura. Y él es el Presidente de la República. No se puede poner en el mismo nivel a un actor-cómico que hace parodia, en los límites de lo políticamente correcto (como muchos comediantes, por lo demás) y que ciertamente no comparte la perspectiva conservadora del primer mandatario. O a cualquiera de nosotros, a quienes nuestras esposas, hijas, amigas y colaboradoras, nos pueden señalar, eventual, pero atinadamente, acerca de comentarios o actitudes micro-machistas. Porque, aunque algunas feministas tengan un hartazgo muy justificado, cometerían un grave error si no alcanzan a distinguir las diferencias. La cultura patriarcal impera, cierto, pero, perdón, no todos somos iguales.