Comandante en jefe
Ningún presidente había entregado tanto dinero y poder a los militares desde que los militares dejaron de ser presidentes. López Obrador ha recortado sin misericordia las partidas a salud, educación y cultura, pero les dio a las fuerzas armadas un aumento presupuestal de 20 por ciento contra el año anterior.
No contento les entregó la administración de las aduanas y puertos; la construcción del nuevo aeropuerto internacional en Santa Lucía; el manejo de la fuerza pública a través de una Guardia Nacional que, nos dijeron, tendría mando civil, pero que en realidad está dirigida por la Defensa,con 70 por ciento de su personal transferido del Ejército y la Armada. Sin olvidar esa cajota chica que es el Banco del Bienestar y, el último regalo, de hace apenas unos días: no solo la construcción, sino el usufructo del Tren Maya, incluyendo los jugosos subsidios que le entregarán cuando pierda dinero.
¿La justificación? Que, ante la desatada narcoviolencia, con las policías en pésimo estado y corrompidas hasta la médula, solo los impolutos militares son capaces de enfrentaral flagelo del crimen organizado. Eso mismo a firmó Felipe Calderón cuando envió a los soldados a liberar Michoacán, y ya ven lo bien que nos fue con ese operativo encabezado por García Luna. En realidad, si bien la primera parte de la excusa es totalmente cierta, la segunda no tanto; es sabido que la mayoría de las capturas de nuestros grandes capos fueron montadas en secreto entre la DEA y un par de escuadrones de élite de la Marina, a veces sin conocimiento de ciertos altos mandos o siquiera del presidente, como fue en la última captura del Chapo, cuando Peña Nieto se enteró del hecho cuando Guzmán ya iba en el aire rumbo al penal de Ciudad Juárez.
No han sido pocos los mandos militares de peso en las nóminas del narco: para muestras el general Roberto Miranda, jefe del EMP en el sexenio de Zedillo; el coronel Marco Antonio de León Adams, El Chiclet, ex jefe de seguridad de Vicente Fox y el favorito de Martha Sahagún; y Eduardo Antimo, oficial mayor bajo Felipe Calderón, sin olvidar el fugaz y reciente pasaje por las cortes de Nueva York del ex secretario de la Defensa de Peña Nieto, Salvador Cienfuegos.
Tras su captura al desembarcar en Los Ángeles, AMLO dijo que el general era parte de la corrupción de los gobiernos anteriores, y sus corifeos no tardaron en secundar al Presidente, celebrando cómo en la T4 se había acabado la impunidad y procediendo a bautizar a Cienfuegos como el n arco general. Hasta que las fuerzas armadas le hicieron saber al Presidente de su enfado y de la necesidad urgente de que Cien fuegos no solo no declarara, sino de que ni siquiera fuera sometido a juicio en Estados Unidos. Ebrard se sacó un conejo de la chistera y las cuentas de Twitter callaron.
Algo que posiblemente explique los amoríos del P eje con el Ejército es que su cadena demando topa, al menos en teoría, directo en la presidencia, yeso siempre será miel para los oídos del autócrata en Palacio. Lo que me pregunto es si ya se habrá dado cuenta deque, en caso de romperse el balancehistórico, ese poder puede ejercer se igual al revés ._