Reflexionar la práctica
La promoción horizontal que establece el Sistema para la Carrera de las maestras y maestros implica, para los que participen, una reflexión crítica de su práctica educativa.
Desafortunadamente el proceso reflexivo se asocia a un programa de incentivos en lugar de asociarse a procesos formativos, lo que evidentemente traerá algunas consecuencias similares a las que en su momento generó el Programa de Carrera Magisterial (1993): exclusión en la participación, encono en los ambientes escolares, despegue en percepciones de algunos docentes que no necesariamente sean los mejores, entre otras.
La reflexión de la práctica educativa, sin embargo, es un excelente pretexto para encontrar vías de mejora en la relación pedagógica y el aprendizaje de los alumnos. Reflexionar la práctica implica mirarse en un espejo donde la cotidianidad de nuestras acciones aparece con sus bondades, aciertos y errores. Nos permite identificar puntos problemáticos, dificultades significativas, que son el motivo esencial para provocar nuestra creatividad en la búsqueda de soluciones alternativas y la transformación de las situaciones educativas.
La práctica educativa, como práctica social, es compleja y dinámica. Su estructura obedece a diversos elementos presentes en ella, condiciones institucionales y contextuales, significados y tradiciones de los actores, organización, medio ambiente natural, tradiciones pedagógicas y metodológicas, entre muchos otros. En el caso de la práctica docente, su núcleo lo constituye la relación pedagógica, es decir, la relación que se establece entre el docente y el alumno a través de los contenidos escolares. Una reflexión sobre la práctica educativa entonces, también implica una mirada a la tradición pedagógica que hemos llevado y a las posibilidades de recrearla.
De igual manera, implica resignificarla permanentemente en función al avance de la sociedad.
La práctica educativa, como práctica social, es compleja y también dinámica