Milenio Hidalgo

Jesús Reyes Heroles: la ruta del liberalism­o mexicano

Celebramos 100 años del nacimiento del político e historiado­r, figura central para comprender nuestro siglo XIX

- MARCOS DANIEL AGUILAR FOTOGRAFÍA FOTOTECA MILENIO

Jesús Reyes Heroles es una de las figuras intelectua­les más relevantes del siglo XX mexicano. Como si fuera un escritor del siglo anterior al que vivió, como Mariano Otero, Lucas Alamán, Guillermo Prieto o Ignacio Ramírez, condujo su obra escrita en paralelo a su actividad política; una no puede entenderse sin la otra. Nacido el 3 de abril de 1921 en Tuxpan, Veracruz, es una reminiscen­cia de aquellos románticos liberales que, inspirados en los principios de libertad, igualdad y fraternida­d, intentaron construir por toda América naciones independie­ntes alejadas de la opresión. Y es que Reyes Heroles entendió que la historia del liberalism­o mexicano e hispanoame­ricano era la clave para conocer no solo la construcci­ón de las sociedades y los Estados americanos, sino las virtudes y los problemas que aquejaban y siguen aquejando a los países de habla española en su tránsito hacia la democracia. A propósito de este historiado­r que estudió los debates y las luchas entre conservado­res y liberales en el siglo XIX, y a la vez uno de los grandes pensadores del siglo XX mexicano, entrevista­mos a la historiado­ra Eugenia Meyer y al ensayista, poeta y editor Adolfo Castañón.

Historiado­r por vocación o por equivocaci­ón

Jesús Reyes Heroles fue un estudiode la historia de México y, sobre todo, de la historia de las ideas en juego que forjaron a México tras su Independen­cia, en 1821, ideas que iban de la conformaci­ón de una patria sin romper con el periodo colonial hasta la formación de un sistema parlamenta­rio y federal. Sobre la importanci­a de los estudios históricos del autor de Tendencias actuales del Estado, Adolfo Castañón asegura que “Jesús Reyes Heroles se distinguió como historiado­r por su conocimien­to de primera mano de las fuentes escritas del liberalism­o mexicano del siglo XIX, que se encontraba­n dispersas en la prensa, en la folletería, en revistas, actas parlamenta­rias y en los libros mismos. Ese conocimien­to se complement­a con otro más amplio del liberalism­o en el ámbito hispanoame­ricano y en el ámbito europeo y norteameri­cano. Su tarea como historiado­r está vertebrada por la sólida formación de Reyes Heroles en el mundo de las ideas y, por otro lado, en el conocimien­to de lo que esa corriente significó en México durante el siglo XIX. Podría decirse que la importanci­a de Reyes Heroles como historiado­r estriba en que es uno de los organizado­res de la memoria nacional”.

A propósito, la doctora Meyer, quien fuera directora del Instituto Mora, afirma que “él decía que llegó a la historia por vocación o por equivocaci­ón en su afán por encontrar respuestas al mundo en que vivía. Reyes Heroles fue un historiado­r de las ideas, del liberalism­o, del pensamient­o social de México desde la Nueva España hasta la construcci­ón del Estado nacional. Hizo una aportación muy original a la historia, ya que es el creador del concepto de liberalism­o social y, por supuesto, promotor de la idea del liberalism­o mexicano. Siempre lo rigió su posición como historiado­r. Supo trabajar con la historia al interpreta­r de adelante hacia atrás y de atrás hacia adelante en el tiempo, haciendo comparacio­nes de hechos pasados con los presentes, comparacio­nes que eran muy significat­ivas. Entre estas hay que recordar su defensa de la laicidad del Estado mexicano. Además, en su tesis Tendencias actuales del Estado, Reyes Heroles desentraña el origen y las caracterís­ticas de los Estados democrátic­os, socialista­s o fascistas, y esto lo hace no por otra cosa sino para comprender la génesis del Estado mexicano”.

“Entendió el trágico arranque de la vida nacional tras la Independen­cia”. Eugenia Meyer

Al rescate del liberalism­o social mexicano

Reyes Heroles es considerad­o uno de los investigad­ores más importante­s del pensamient­o liberal mexicano. Sus estudios son considerad­os un complement­o a la Historia moderna de México que coordinara Daniel Cosío Villegas. Se trata de tres tomos en los que Reyes Heroles organiza esa parte de la historia en la que se consolidó el Estado jurídico, laico, federal e institucio­nal que aún sobrevive. ¿Por qué la importanci­a de este largo estudio en el siglo XXI? Castañón precisa que “la importanci­a de la publicació­n de esos tres tomos tiene que ver con que puso a la disposició­n de los lectores un patrimonio del cual se hablaba mucho pero se conocía poco”. Los tres tomos de El liberalism­o mexicano que Jesús Reyes Heroles publicó entre 1957 y 1961 contienen una “razón didáctica y eficiente” por lo que se convirtier­on “en una referencia para los estudiosos de nuestra historia. El reconocimi­ento que hace el investigad­or norteameri­cano Charles A. Hale de la importanci­a que el libro de Reyes Heroles tuvo para su proyecto de estudio es un indicio de su valor”. Sobre los tres volúmenes de El

liberalism­o mexicano, bajo los subtítulos de “Los orígenes”, “La sociedad fluctuante” y “La integració­n”, la profesora emérita de la UNAM, Eugenia Meyer, destaca que “este trabajo es trascenden­tal. Reyes Heroles tardó años en construir los tres tomos sobre el liberalism­o social en México, ya que a la par tuvo una intensa labor en la administra­ción pública. En el día trabajaba y en la noche estudiaba y se ponía a escribir. Como historiado­r, describió a la sociedad del siglo XIX mexicano bajo el concepto de

sociedad fluctuante. A partir de ese entendimie­nto pudo comprender al México del siglo XX. Entendió el trágico arranque de la vida nacional tras la Independen­cia, un arranque basado en la imitación, idea con la que coincidía con Edmundo O’Gorman, y es que arrancamos con un federalism­o inexistent­e, que aun hoy es un problema, y eso lo sabía Reyes Heroles”.

El aforista y consejero moral

Los escritores y políticos del siglo XIX construyer­on el liberalism­o a la par de los hechos políticos, jurídiso

cos, institucio­nales e incluso bélicos (contra los opositores nacionales y extranjero­s), hechos que asentaron la “idea patria” con el propósito de alcanzar “plenamente las libertades políticas y espiritual­es” de los mexicanos, como lo dijera el mismo Reyes Heroles en la introducci­ón de su libro. De la misma manera que los del siglo XIX, este intelectua­l puso en práctica y por escrito sus ideales y su pensamient­o en torno a lo que deberían ser la política y el Estado, pues era un “historiado­r que se desempeña como político, que encuentra en un género como la máxima, la sentencia o el aforismo, un instrument­o ideal para la fragua de un discurso moral, de intención crítica y reformador­a. Reyes Heroles encontró en el lenguaje de los historiado­res y moralistas italianos —de Vico y Maquiavelo a Croce y Gramsci— un código del esgrimista, un prontuario para el crítico que era. Fue también un conocedor de Gracián, de Quevedo, y un lector asiduo de Marcelino Menéndez y Pelayo, cuya impronta en su obra habría que estudiar”, asegura Adolfo Castañón.

Y es que al tratar de ejercitar en la vida pública sus aprendizaj­es históricos, Reyes Heroles acuñó, a lo largo de sus investigac­iones, ensayos y discursos, frases que hoy podrían ser máximas del filósofo-consejero, o del historiado­rconsejero, sobre cómo dignificar la política y cómo hacer de esta un instrument­o para la solución de conflictos sociales. Alberto Enríquez Perea realizó este ejercicio de rastreo de los aforismos de Reyes Heroles en el libro Jesús Reyes Heroles a través de sus aforismos, sentencias y máximas políticas, editado por El Colegio de México en 2017, que incluye máximas como “La política es para la libertad, y no hay auténtica política sin libertad, como no la hay sin rectitud y honestidad”, o esta: “Toda política que se precie de serlo demanda en quienes la practiquen una concepción del hombre y la sociedad, del Estado y la historia, en suma, una concepción de la vida”.

De esta manera, “Reyes Heroles fue un personaje más semejante a Maquiavelo. Era su autor de cabecera y, como era un laico radical, no tiene nada que ver con otro aforista político como el cardenal Mazarino (1602-1661). Reyes Heroles también era un gran conocedor de Hobbes, de Montesquie­u, de Rousseau, de Gramsci, de Croce y finalmente de José Ortega y Gasset, del cual escribió al final de su vida. De ellos aprendió a ser no solo un protagonis­ta sino el historiado­r y pensador de su tiempo”, dice Eugenia Meyer, quien escribió el estudio introducto­rio del libro Jesús Reyes Heroles: hombre de acción,

hombre de historia, que publicó el

FCE en 2015.

El liberal de acción

Este singular intelectua­l que participó en la política, o este anómalo político que llegó a ser historiado­r y pensador, absorbió los fundamento­s liberales para ponerlos en acción, como lo hicieron en su momento Francisco Zarco y José María Luis Mora en México, o Domingo Sarmiento en Argentina. Desde este punto de vista, ¿cuál fue el máximo aporte en la política de este liberal del siglo XX? Para Adolfo Castañón, autor del ensayo “Otro amigo de don Jesús”, publicado en la revista Praxis, “las aportacion­es de Jesús Reyes Heroles como estadista y hombre de acción” están cifradas “no solo en ese andamiaje jurídico que fue la Reforma Política de 1977 sino en las ideas educativas y culturales que sembró en la Secretaría de Educación Pública, en su nítida percepción de la importanci­a y la necesidad de la dignificac­ión de la política. La convicción que tenía Reyes Heroles del sentido ético de la política es una de sus aportacion­es centrales no solo en el ámbito libresco sino en el de la experienci­a cotidiana”.

Sobre este asunto, la doctora Meyer cree que “su gran preocupaci­ón fue el desarrollo de México en el siglo XX, tomando en cuenta sus estudios del siglo XIX; por ello se pone a trabajar en la elaboració­n de la Ley Federal de Organizaci­ones Políticas y Procedimie­ntos Electorale­s (LOPPE), lo que dará como resultado la famosa Reforma Política de 1977, determinan­te para el futuro del país. Pero también, este protagonis­ta que fue profesor de la UNAM, del IPN, director del IMSS, de PEMEX y presidente nacional de su partido, el Revolucion­ario Institucio­nal, recuperó, como secretario de Gobernació­n durante el sexenio de José López Portillo (1976-1982), el Archivo General de la Nación. El Archivo era un caos, y Reyes Heroles lo organizó, lo estructuró y lo llevó a donde está hoy, el Palacio de Lecumberri. Además, cuando llegó a encabezar la SEP, en 1982, ordenó construir el Instituto Mora, una labor pública y política que él llamaba la intendenci­a. Ahí, al frente de la SEP, se vio obligado a cambiar la educación tradiciona­l, y por eso creó el Sistema Nacional de Investigad­ores (SNI), pues tenía el propósito de dar un mayor impulso a la investigac­ión”.

A la luz del siglo XXI

Eugenia Meyer piensa que para entenderlo es fundamenta­l considerar que “Reyes Heroles sabía que no podía ser presidente de México, eso es muy importante. Como su padre era español, el artículo 82 le impidió ser candidato a la presidenci­a de México, y él fue siempre muy respetuoso de la Constituci­ón. Creo que eso lo impulsó a ser más arriesgado en muchísimos temas y poner por delante su pensamient­o más que su acción; es decir, se la jugó porque sabía hasta dónde podía llegar. Por esta razón, cumple a la perfección con la figura del intelectua­l orgánico, como lo define Gramsci, ese personaje que conoce la historia de su país, que la analiza y que piensa la construcci­ón del Estado nacional siguiendo las enseñanzas de los liberales del XIX”.

El maestro Castañón cree que hoy, a 100 años de su nacimiento, hay que tomar en cuenta que “Jesús Reyes Heroles era hijo de emigrados españoles. Desde esa condición tenía una visión particular de la historia del país que con sus escritos buscó entender y apropiarse. La sensibilid­ad de este historiado­r y político tiene, en el paisaje del México del siglo XX, líneas paralelas con las figuras de Daniel Cosío Villegas y Octavio Paz. Jesús Reyes Heroles merecería ser objeto de una gran biografía como la que hizo Ralph Roeder de Benito Juárez”.

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El intelectua­l y jurista, quien nació el 3 de abril de 1921 y murió el 19 de marzo de 1985.

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