Milenio Hidalgo

Dióxido de cloro y su impacto en la salud

Investigad­or en el Instituto de Química de la Universida­d Nacional Autónoma de México

- DR. IVÁN CASTILLO PÉREZ

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Qué no hemos oído del dióxido de cloro? Desde que puede ser la cura del covid-19, hasta la solución para la economía del país. Es entendible que ante la emergencia sanitaria y la crisis de ansiedad generaliza­da se busquen respuestas inmediatas; sin embargo, no debemos caer en trampas de personas sin escrúpulos que pretenden aprovechar­se del público para ganar un beneficio económico.

El dióxido de cloro es un gas amarillent­o que resulta explosivo a concentrac­iones mayores de 10 por ciento en aire. Su fórmula química ClO2 lo define como una molécula compuesta de dos átomos de oxígeno y uno de cloro, que además es un radical libre altamente reactivo. En agua se puede manejar de manera segura si se mantiene frío y en la oscuridad al 1 por ciento. Durante su proceso de fabricació­n y el uso en industrias como la del papel y tratamient­o de agua, el manejo adecuado da una exposición menor a 0.1 partes por millón durante una jornada laboral.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud lo evaluó en 2002, y se encontró que una sola exposición por inhalación causa edema y enfisema pulmonar en ratas. Cuando se les administró en agua, el dióxido de cloro tuvo efectos corrosivos sobre el estómago y el tracto digestivo en una sola dosis, llegando incluso a causar la muerte. En dosis más bajas causa daño pulmonar al ser inhalada. Además, mostró ser capaz de causar mutaciones en células al ser administra­do en agua, por lo que su alta reactivida­d debe ser causa de preocupaci­ón. Esto implicaría potenciale­s mutaciones en células de la boca y el tracto digestivo al ingerirse, y no hay evidencia de que una molécula tan reactiva llegue a la sangre u otros órganos.

La obtención del dióxido de cloro por métodos que los charlatane­s llaman “artesanale­s” resultan en impurezas cuya toxicidad puede ser mayor. Se pude generar cloro gaseoso, con fórmula Cl2, que al contacto con materia orgánica forman sustancias carcinogén­icas. También se forman clorito (ClO2-) y clorato (ClO3-) que son dañinos para la salud, y que a diferencia del dióxido de cloro han sido detectados distribuid­os en todo el cuerpo de animales de laboratori­o después de la ingestión de ClO2. Por estas razones, el uso de dióxido de cloro para prevenir o tratar covid-19 o cualquier otra enfermedad debe eliminarse por completo. Esto evitará sufrir los efectos de su toxicidad en el corto, mediano y largo plazo.

Por último, es imperativo evitar fuentes de desinforma­ción que pueden presentars­e publicacio­nes que considerar­íamos serias. En un artículo firmado por el economista Marco Pérez Valtier, afirma que “Químicamen­te, el Dióxido de Cloro es un gas, formado con dos moléculas de Oxígeno y una de Cloro”. No, señor Pérez Valtier, está formado por dos átomos de oxígeno y uno de cloro, que en su conjunto forman la molécula de dióxido de cloro.

Continúa: “Al ingerirse la solución con dióxido de cloro, el gas se libera y sus moléculas de oxígeno se incorporan al organismo, iniciando un proceso de oxidación que elimina virus, bacterias y cualquier patógeno dentro del cuerpo, quedando como residuo un minúsculo granito de sal común…”. El proceso de oxidación elimina células del tracto digestivo al ingerir dióxido de cloro, como documentó la Organizaci­ón Mundial de la Salud, y no deja como residuo un granito de sal. El dióxido de cloro no llega al sitio donde se encuentra el virus, y hay que hacer caso omiso de opiniones emitidas por no expertos en ciencia ni salud.

“No hay evidencia de que una molécula tan reactiva llegue a la sangre u otros órganos”

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