Lo producimos todo aquí. ¿Y… las exportaciones?
Somos nuevamente el primer socio comercial de los Estados Unidos. Hemos superado a Canadá y a China. Imaginen ustedes eso: ser el país que más le vende a la economía más grande del planeta. Pues, por lo pronto, que se enteren los quejicas adeptos a ese pobrismo que tanto preconizamos aquí y que tanto complace a los izquierdosos resentidos. Con la novedad de que no somos un paisito roñoso, señoras y señores, sino una verdadera potencia industrial –una nación que exporta pantallas planas, automóviles, computadoras, proyectores y cerveza, entre otros productos— y, encima, un coloso agropecuario que abarrota los anaqueles de los supermercados estadounidenses con aguacates de Michoacán, carne de Jalisco y tomates de Sinaloa.
Esto ocurre porque ha habido ingentes inversiones en todos los sectores productivos y porque a millones de mexicanos los mueve un fuerte espíritu emprendedor.
Somos capitalistas desde tiempos de los aztecas, miren ustedes, y en el gran mercado de Tlatelolco los pochtecas (o sea, los comerciantes, en lengua náhuatl, aunque esa palabra será borrada del diccionario cuando se instaure un régimen colectivista bolivariano –que diga, juariano— en estos pagos) importaban mercaderías que podían provenir de territorios tan distantes como Honduras y Guatemala (nos referimos a esos países con sus nombres actuales, desde luego). En otras palabras, fuimos unos auténticos pioneros de la globalización.
El tema, pues sí, choca con los principios postulados por los adalides de la 4T porque son gente que ignora selectivamente nuestra primigenia condición de aztecas-comerciantes-importadores-exportadores y que se afana en transformarnos en súbditos de ideologías más recientes, como la que impera en Cuba, que prohíben impulsos tan naturales y tan inherentemente humanos como producir cosas para luego venderlas sin que el Estado meta sus narices más que para asegurar la legalidad del proceso.
Ya nos dicen, los heraldos del régimen, que sería preferible que sólo consumiéramos lo que se produce en casa para no depender de aviesos extranjeros que pudieren bloquearnos y dejar al pueblo sin maíz para las tortillas y sin celulares Samsung para llamar a los paisanos afincados en Texas. Muy bien: ¿dejamos entonces de exportar también?
Ha habido ingentes inversiones en todos los sectores productivos