No es Mujer, casos de la vida real
No puedo ni quiero opinar respecto a las declaraciones de Frida Sofía respecto a su abuelo, Enrique Guzmán, porque el juego de los escándalos, periodicazos, y sobre todo dramas familiares que han trascendido las décadas se han usado como entretenimiento para las masas.
Pero sí hay algo que decir respecto a cómo nosotros lo estamos manejando. Nosotros: sociedad y medios. Ajenos. Extraños. Si bien la familia nunca ha dejado de ser comidilla para los tabloides y chismes por décadas enteras, este caso es distinto. No se trata de que si yo o usted le creemos a alguien por nuestras filias o fobias. Se trata de que si hay una acusación formal, se le de seguimiento puntual. Y que mientras tanto no juguemos a ser jueces, porque esto va mucho más allá de la familia Guzmán-Pinal.
No se trata de un crimen sin víctimas cuando hablamos de abuso sexual en el entretenimiento a la ligera. Más allá de los hechos terribles que se denuncien, y toda la locura que pueda haber alrededor, hay muchas otras personas, sobrevivientes anónimos, que también viven en esta sociedad. Y ellos pagan, cada vez que alguien le da click a las especulaciones. Pagan cuando como consecuencia se normalizan ciertos temas que jamás deben ser normalizados. Sean cual sean los hechos en esta terrible historia. El daño lo estamos haciendo al decir cosas como “le creo o no le creo”. Esa duda, y sobre todo la forma en la que la planteamos, hecha casualmente por casos como este, se replica todos los días. En las liberaciones tempranas de gente con un proceso a cuestas, en la política estatal y nacional. En nuestras propias familias. Así se desacredita a quien levanta la voz.
Hay tanto por hacer, no trivialicemos el tema solo para entretenernos por favor. Esto no se resuelve en un capitulo de una serie de televisión. NO es entretenimiento. O al menos, no debería de serlo.