En defensa del INE
Ya no está de moda que los autócratas lleguen al poder dando golpes militares. Lo de ahora es entrar por la vía de las urnas, construyéndose una imagen de demócratas, de humanistas y de honestos a punta de mentiras y de mercadotecnia, alimentándole al votante lo que quiere oír, como “no somos iguales”, “yo prefiero el lago”, “abrazos no balazos”, “combatiré la corrupción aunque sea entre mis familiares” y “regresaré al Ejército a los cuarteles”.
Una vez entronizado el cacique su eternización en el poder se vuelve primera necesidad, y para eso es necesario acabar con las instituciones de transparencia o rendición de cuentas, con los árbitros que puedan evidenciar su incompetencia, sus atentados contra la ley y la certificación de sus eventuales derrotas electorales.
No extrañan entonces los embates furiosos contra el Instituto Nacional Electoral y sus consejeros por parte de esta restauración del viejo PRI que es Morena. El INE, bajo diferentes nomenclaturas, no dejó de ser presidido por el secretario de Gobernación, o sea, de ser el brazo operador de los cada vez más frecuentes fraudes de la vieja dictadura, hasta 1994. La progresiva independencia del instituto fue clave para sacar al PRI de Los Pinos en el 2000, junto a un Ernesto Zedillo que se negó a detener, a ensuciar y eventualmente a negar el reconocimiento de la derrota tricolor como lo exigían, entre otros, Manuel Bartlett (sí, el de la caída del sistema en el 88 y hoy nuestro secretario de Energía marca T4).
Salgado Macedonio, a quien se le negó el registro como candidato por no presentar documento alguno de gastos de precampaña, dijo así: “Le tenemos que poner un hasta aquí (al INE)”, como si éste, al tratar de asegurarse de que no haya dinero sucio en las contiendas, estuviera excediéndose o cayendo en falta. Salgado sitió al instituto y amenazó reventar las elecciones si no le regresaban su candidatura porque, ¿por qué habría de detenerse en violentar solo a las mujeres?
Cínicamente, es la defensa de la democracia lo que alega López Obrador para atacar al INE: “Basta de estar simulando que son demócratas cuando siempre han estado al servicio de la antidemocracia”, dijo, y su solovino en jefe, el presidente del Comité Ejecutivo de Morena, Mario Delgado, le hizo segunda acusando al órgano electoral de aplicar “las viejas prácticas del PRIAN”, tildando a sus consejeros de corruptos y pidiendo su renovación o ya de plano su exterminio para darle paso a algo “que garantice una auténtica democracia”.
Que nadie se llame a engaño: el Presidente ha hecho carrera aceptando resultados y procedimientos electorales solo cuando le favorecen, y acusando fraudes cada que no. ¿Creen que el incipiente Maximato de López Obrador le ha hecho daño a México? Espérense a que pasen las intermedias: va a redoblar su guerra contra el INE en el intento de lograr que las elecciones estén a cargo de un órgano a modo, un florero más en su estante como son ya quienes debían ser nuestros fiscales y nuestra ombudswoman. Y de eso ya no habrá regreso.
Sí, por supuesto que puede saberse.