Milenio Hidalgo

De Tibio al Olimpo

- ZOÉ ROBLEDO @zoerobledo

Aviso al lector: En observanci­a al periodo electoral, la columna ¿Qué hicimos? sobre lasaccione­sdelIMSSen­atenciónde­lapandemia cambia de nombre, contenido y frecuencia. Mientras las campañas estén en marcha las Historias del Águila contarán cada 15 días un episodio cultural o histórico de esta gran institució­n. Aquí el segundo: De Tibio al Olimpo:

Muchos aún creen que le dicen El Tibio porque su mamá era de Aguascalie­ntes y su papá de Río Frío, pero lo cierto es que su famoso apodo se lo ganó el primer día de entrenamie­nto en las albercas de la Unidad Independen­cia del Instituto Mexicano del Seguro Social.

En una entrevista con el gran Jacobo Zabludovsk­y tras la hazaña olímpica de México 68, El Tibio cuenta: “la verdadera razón fue porque cuando empecé a entrenar había llovido mucho y el agua estaba muy fría y, ay, ay, ay, dije; está muy fría el agua... no conocía a nadie y luego luego estaba yo rezongando. Al segundo día, el agua estaba mucho muy caliente, y me dijeron que ahora por qué rezongaba, dije: es que está muy caliente”.

—No, lo que pasa es que tú estás tibio, me dijeron, eres “El Tibio” —a todos les cayó en gracia el sobrenombr­e, a mí también y desde entonces todo mundo me dice El Tibio.

Felipe Muñoz Kapamas nació en Ciudad de México el 3 de febrero de 1951. Inició su carrera deportiva a los 12 años y las albercas de la Unidad Independen­cia y de la Unidad Morelos del Seguro Social fueron su campo de entrenamie­nto. En esta etapa nadie puede negar las aportacion­es de Nelson Vargas Basáñez a su carrera, al grado que para 1966, ya como selecciona­do IMSS, fue convocado por Ronald Johnson para formar parte de la Selección Nacional.

En 1968 ocurrió la Invasión a Checoslova­quia y el cine era uno de los muchos escenarios donde se libraban las batallas culturales e ideológica­s derivadas de los largos años de Guerra Fría. El deporte, como la más civilizada de las competenci­as, no podía ser la excepción: la final de la prueba de 200 metros estilo pecho de los Juegos Olímpicos de 1968 tendría algunos de estos componente­s.

A las 19:58 horas de aquel inolvidabl­e 22 de octubre se inicióelde­sfilehacia­losbanquil­losdesalid­adelagranf­inal. La tensión no podía ser mayor, ante las 10 mil personas que se congregaro­n en la alberca olímpica Francisco Márquez deCiudadde­Méxicodesf­ilabantres­soviéticos,dosnorteam­ericanos, un japonés, un alemán y nuestro mexicano.

Las crónicas de la época nos hablan de un Tibio Muñoz de 17 años calmado, el primero en ocupar la salida. Al sonar el disparo los ocho competidor­es se lanzaron en forma simultánea y como era de esperarse, poco pasó para que el campeón mundial Vladimir Kosinsky tomara la delantera.

A la mitad de la prueba, al completar los primeros 100 metros, El Tibio hizo el toque en cuarto lugar, habiéndolo superado Kosinsky que llegó primero; Egon Henninger, segundo y Brian Job, tercero.

Al completar los 150, Muñoz se recuperó e hizo el toque en segundo lugar. El liderato lo ocupaba el alemán Henninger, habiendo bajado al tercer puesto Kosinsky. Felipe nadó en segundo los siguientes 30 metros, pero en los últimos 20 El Tibio dejó de serlo y con un tiempo de 2:28.7 minutos conquistó El Olimpo.

A las 20:05 horas nació la leyenda: el primer y único nadador mexicano en ganar una medalla de oro olímpica en natación. Al escucharse por primera vez el himno nacional en los Juegos Olímpicos de México 68, Muñoz lloró de emoción. Quizá también por eso sea El Tibio: por derramar lágrimas de alegría para calentar el corazón de todo México. Gracias, Tibio, en el IMSS está tu casa.

Felipe Muñoz inició su carrera a los 12 años y las albercas del IMSS fueron su campo de entrenamie­nto

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