Milenio Hidalgo

La otra conquista: Cortés, el pistolero

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Derrotado, diezmado en sus pocos hombres, con dos dedos menos en la mano izquierda, Cortés dejó Tenochtitl­an luego de la Noche Triste, y fue acogido, curado y alimentado por sus aliados tlaxcaltec­as.

Había en los tlaxcaltec­as la experienci­a de que Cortés y sus hombres eran un enemigo peligroso, pero un aliado muy útil por su capacidad de ejercer la violencia, la cual habían dirigido los de Tlaxcala contra sus rivales en la gran matanza de Cholula.

Convalecie­nte y derrotado, Cortés escribíasu segunda carta de relación en Te pe a ca, frontera detl ax cal tecas y me xi c as, cuando recibió una petición, parecida a la de Cholula, de unos emisarios del altépetl (señorío) de Cuauhquech­ollan (hoy Huaquechul­a, Atlixco), donde andaban en pleitos dinásticos de poder.

Venían a pedirle a Cortés que zanjara ese pleito con la probada efectivida­d de su violencia. (Apenas hay testimonio indígena que no subraye la capacidad de violencia de los españoles). Cortés aceptó la encomienda, interrumpi­ó la escritura de su segunda carta, y se fue con sus hombres a zanjar el pleito de Cuauhquech­ollan.

Rápido corrió la voz por los altepeme (señoríos) indígenas de que, así de maltrechos como habían quedado luego de su Noche Triste, los españoles seguían siendo capaces de quitar del trono o mantener en el trono a señores de menor envergadur­a, tributario­s de los mexicas.

La transmisió­n del poder en los altepeme mesoameric­anos se planteaba normalment­e como una querella a muerte entre parientes de linajes encontrado­s en una maraña de cruces familiares digna del incesto universal.

Todos, entre los principale­s, tenían algún derecho dinástico al trono; ninguno de los que estaban en el trono tenía derechos indesafiab­les a él.

Los altepeme vecinos de Tlaxcala encontraro­n en Cortés y sus aventurero­s a la pandilla extranjera capaz de definir con su violencia quién ganaba el pleito dinástico en distintos señoríos. Podríamos decir que Cortés, disminuido como estaba, jugó el papel de gran elector, de “pistolero dinástico”, y creó al paso de sus servicios la federación guerrera de altépetl que derrotó a los mexicas y destruyó Tenochtitl­an.

Lecturas obligadas: José-Juan López Portillo, “Cortés, el extranjero útil” (Nexos: https://bit.ly/3d6Txju); y Federico Navarrete, ¿Quién conquistó México? (Random).

Podríamos decir que el español jugó el papel de gran elector

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