Primero la gallina
Esta temporada de premios ha sido laureada porque al fin tiene diversidad en sus nominados, y el Oscar no es la excepción; el hecho de que tantas personas sigan pensando que estos nominados están ahí por un tema de cuotas es bastante perturbador aún, y la razón es esta: las cuotas que se debían cumplir no tenían que ver con quién recibía una estatuilla, sino con quién tenía acceso a contar sus historias.
La directora china-estadunidense Chloé Zhao me lo respondió perfectamente cuando le comenté que el mensaje con el que yo me había quedado de su gran cinta Nomadland me sabía un poco contrario a todo el glam de latemporadadepremios,pormás atípica que sea este año. Celebró que haya mujeres, gente de todo tipo de etnias e historias nominadas, pero aclaró que su película es independiente al hecho de que ella sea mujer y que tenga un origendistintoalperfilqueporsiglos dominóHollywood.Peroelhecho esquelacintasehizo(ynofuegracias a la nueva apertura del streaming) y ahí esta, lista para ganar. ¿Se hubiera hecho en otro tiempo?, ¿cintas como Judas y el mesías negro o El juicio de
los siete de Chicago, del grupo de choque ante las injusticias durante los 60, llamado The Black Panthers,muestransuladosinpasarporlosprejuiciosoficialesdela historia? Vaya, tardó, no fue de un año para el otro, el mundo cambió por mil motivos y no es asunto resuelto. Pero no son las ceremonias las que hay que celebrar, es a los cineastas, ejecutivos y compañías que recibieron el mensaje y, claro, a los que arriesgaron tanto por hacer lo que hace el cine: un reflejo de experiencias colectivas. Primero es la gallina, ojalá ponga muchos huevos más.