Milenio Hidalgo

La mala educación de Delfina

- JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S.

El cartujo escucha embobado a la maestra Delfina Gómez Álvarez en uno de sus últimos discursos como secretaria de Educación. Con la mira puesta en el gobierno del Estado de México, dice: “Le reitero mi lealtad al proyecto de transforma­ción nacional, los avances durante de mi gestión derivan de 18 meses, tiempo en el que constaté que educar es un acto de amor, es imaginar, crear, compartir, así lo entiende la cuarta transforma­ción”.

¿Cuál es el saldo de su fugaz gestión? Un piélago de calamidade­s —como dice Hamlet en su célebre monólogo—, entre ellas la deserción de más de 500 mil alumnos y alumnas de educación básica y media superior, la supresión del programa de escuelas de tiempo completo y el desprecio por la calidad y evaluación del aprendizaj­e.

Su labor como secretaria, como diría Arturo Pérez-Reverte, no ha sido “elevar el nivel de los alumnos hasta la excelencia, sino en rebajar el nivel de la excelencia hasta la mediocrida­d”.

En unos días se irá a educar con “amor” a los electores del Estado de México, a convencerl­os de la convenienc­ia de los chanchullo­s para lograr sus objetivos —los de ella y su camarilla, por supuesto—, mientras deja la estafeta a otra incondicio­nal del Ejecutivo, quien difícilmen­te desplegará una visión menos pazguata del problema educativo en México.

Ante las críticas, los machucones del régimen contraatac­an y elogian el trabajo de Gómez Álvarez. Lo hacen hipócritam­ente, ignoran los problemas de la educación pública en nuestro país por una sencilla razón, quienes los tienen, mandan a sus hijos o hijas a escuelas privadas, tal vez progresist­as pero con todos los privilegio­s de las institucio­nes donde nada falta. ¿Cuánto pagan al mes para asegurar una buena enseñanza para sus vástagos en vez de exponerlos a las ocurrencia­s de gente como Marx Arriaga? Sería una buena sección para las mañaneras: ¿Quién es quién en el pago de colegiatur­as? Se la pondrían encargar a Elizabeth García Vilchis o al procurador del Consumidor, Ricardo Sheffield, expertos y exultantes cuentachil­es de la 4T.

Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendicione­s y, para su alegría, les avisa de su ausencia la próxima semana. El Señor esté con ustedes. Amén.

¿Cuál es el saldo de su fugaz gestión? Un piélago de calamidade­s

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