Milenio Hidalgo

Tatiana Clouthier

Gil pagaría por leer un borrador del discurso de Liópez Obrador el 16 de septiembre. Gamés es de la opinión de que el Presidente no come lumbre y que su alocución de encendido nacionalis­mo no pasará de la política de dos caras...

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com Gil s’en va

Repantigad­o en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil se enteró de que habían iniciado las consultas del TMEC solicitada­s por Estados Unidos sobre la política energética de México. Algunos expertos, de esos que detesta el Presidente, afirman que no hay que esperar resultados favorables para nuestro país. Kenneth Smith, ex jefe negociador técnico del T-MEC y socio de la firma Agon sostiene que 75 días de diálogo le parecen poca cosa para que las partes lleguen a un acuerdo. Como sea, el crujidero de dientes vendrá por nosotros, pues el gobierno mexicano no tiene disposició­n para cambiar algunas fibras de la ley eléctrica y la de hidrocarbu­ros. Gamés no necesita ser Schumpeter para saber que después de las consultas vendrán los paneles y luego las sanciones.

Ahora mal sin bien, Gil da saltos de gusto, no siempre se tienen las declaracio­nes de una secretaria de Economía como Tatiana Clouthier. Escuchad: “es un mecanismo, no implica pánico, ni pavor, no se crean escenarios catastrófi­cos donde abro una puerta y me tiro al piso, es un mecanismo para resolver diferencia­s, es cuando adultos capaces y que son socios entienden que tienen un mecanismo de comercio que no conviene”, dijo la secretaria de Economía en la inauguraci­ón de la edición número 87 del Salón del Calzado, Sapica. ¿No habrá unos buenos cacles para Gilga? Pero no nos desviemos, el poderoso lenguaje de la secretaria Clouthier ha tranquiliz­ado a Gilga, lo aleja del pánico.

Alarma

Gil intenta alejarse de las tentacione­s catastrofi­stas, pero cuando lee algunas cifras la tentación se convierte en un temor fundado y refundado. Así se encontró en su periódico El Financiero con esto: 385 mil millones de dólares, cifra que alcanzó el comercio entre Estados Unidos y México en el primer semestre de este año; 44 mil millones de dólares, afectación de las empresas del sector energético de Estados Unidos. Si estos números no le despiertan a usted una pequeña sensación de muerte, entonces no entiende nada, un poco como nuestra secretaria de Economía. Gilga imagina a la plana mayor de negociador­es sentados a la mesa del diálogo y a uno de ellos, un mexicano, decir esto: resolvamos este asunto como adultos, no seamos infantiles, al final somos socios. Gamés quiere imaginar la cara de los enviados gringos y la frase dicha en voz muy baja entre ellos: what the fuck?

Enrique Quintana ha escrito en sus “Coordenada­s” que uno de los temas de las consultas es la propia Ley de la Industria Eléctrica, que Estados Unidos considera violatoria del artículo 2.3 del Tratado: “EU considera que los privilegio­s en el despacho eléctrico para la CFE son discrimina­torios de las empresas estadounid­enses y por tanto violatorio­s de ese artículo del Tratado”.

Gil pagaría por leer un borrador del discurso del presidente Liópez Obrador el 16 de septiembre. Gamés es de la opinión de que el Presidente no come lumbre y que su discurso de encendido nacionalis­mo en defensa de la soberanía y bla bla bla, no pasará de la política de dos caras: acá me envuelvo en la bandera; allá les digo que sí, más o menos, más bien menos y a pagar las sanciones de los aranceles. De Gil se acuerdan, s’il vous plait.

Birmex, un fiasco

Gilga leyó la noticia con ojos de plato y plata en su periódico La Razón: “Birmex busca colocar en el sector salud oncológico­s a punto de caducar”. Van a perdonar, pero el gobierno no lo hace bien, más bien muy mal, y el fracaso de Birmex así lo demuestra. A las volandas, presionado­s, con el tiempo encima, Birmex intenta distribuir 133 mil cincuenta dosis de Cisplatino; 5 mil 320 frascos de Metotrexat­o y 187 de Epirubicin­a, todas variedades de medicament­os caros y no del todo disponible­s aun en tiempos menos oscuros. Todas estas fórmulas caducarán en diciembre. Pues que se las manden a los niños golpistas con cáncer, ¿se acuerdan?

Rafael Gual, director general de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéuti­ca, dijo esto: “varios medicament­os se quedan en los almacenes y los entregan meses después. Antes había una correspons­abilidad entre el operador logístico y la industria, para que el producto llegara en tiempo y forma a todos los lugares donde se requería. Esto se hizo así hasta 2018. En 2019 cambió el esquema y separaron la compra de la distribuci­ón y, hasta la fecha, esto no ha funcionado”. Ya en serio: qué salvajes.

Todo es muy raro, caracho. Como diría Santiago Ramón y Cajal: “Lo peor no es cometer un error sino tratar de justificar­lo en vez de aprovechar­lo como aviso providenci­al de nuestra ligereza o ignorancia”.

El poderoso lenguaje de la secretaria ha tranquiliz­ado a Gilga, lo aleja del pánico

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