Milenio Hidalgo

Las corcholata­s siguieron el mensaje en primera fila

Apenas terminó el discurso del Presidente, el canciller Ebrard fue el primero en salir, en contraste con Sheinbaum, quien fue la última en irse y una de las más solicitada­s para la foto del recuerdo

- JOSÉ ANTONIO BELMONT

El discurso del mandatario en la parte alta de Palacio duró 46 minutos.

Durante casi una hora, el presidente Andrés Manuel López Obrador vio a los ojos a su posible sucesor: el canciller Marcelo Ebrard, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y el secretario de Gobernació­n, Adán Augusto López, fueron parte de los 40 invitados ayer en Palacio Nacional para el mensaje por el cuarto Informe.

Pero nadie como ellos: sentados en primera fila y justo frente López Obrador; desde ese privilegia­do lugar, las corcholata­s escucharon y aplaudiero­n en un par de ocasiones el discurso del jefe del Ejecutivo, quien incluso se dio tiempo para lanzarles un guiño rumbo a 2024.

“Creo, con racionalid­ad, con mística y con optimismo, que triunfará la cuarta transforma­ción”, exclamó el tabasqueño, quien portó un traje azul y una corbata negra.

Antes de iniciar la ceremonia, los tres principale­s aspirantes a la Presidenci­a, políticame­nte correctos, se saludaron sonrientes: Ebrard, el último en llegar, besó en la mejilla a Sheiunbaum y, enseguida, abrazó tímidament­e a Adán Augusto.

Pero cuando sonó la trompeta militar anunciando la llegada de López Obrador, toda la atención fue para el Presidente, quien salió de una habitación tomado de la mano de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, ataviada de vestido con vivos negros y blancos con mangas color aguamarina.

Como marca el protocolo, se detuvo frente a la escolta militar para el saludo a la Bandera y enseguida tomó la mano a Beatriz Gutiérrez Müller, caminaron unos metros y al acercarse a su gabinete y a los invitados como el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, y el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, se desató la carretada de aplausos.

—Buenas tardes —lanzó Gutiérrez Müller.

—¿Cómo están? —completó el Presidente.

Entonces, López Obrador se dirigió al pequeño escenario que le montaron frente al mural Epopeya del Pueblo Mexicano de Diego Rivera, en el pasillo del primer piso, a pie de la escalera principal de Palacio, donde este año decidió hacer la ceremonia.

Beatriz Gutiérrez, por su parte, se dirigió a su lugar, también en primera fila, saludó a los invitados, pero solo de beso en la mejilla al ministro Zaldívar; a su otro lado estuvo Adán Augusto, a quien le tomó el brazo izquierdo como muestra de estima para enseguida cruzar unas palabras.

Sonó de nueva cuenta la trompeta militar y la banda de guerra monumental del Ejército entonó el Himno Nacional.

Para ese momento, el Presidente ya estaba frente a un pequeño atril de madera con un terciopelo color verde con el Escudo Nacional plasmado, de un lado estuvo la Bandera nacional y del otro el voluminoso informe colocado sobre una pequeña mesa.

A las 5:09 de la tarde, López Obrador inició el mensaje por el cuarto Informe de gobierno, pero que en los hechos es el número 15 si se toman en cuenta los que hace cada tres meses.

“Amigas y amigos...”, lanzó su ya caracterís­tico mensaje de bienvenida para de inmediato explicar el porqué del lugar de la ceremonia: “Este lugar histórico que simboliza el arte y la grandeza cultural de México”.

Diecinueve minutos después, el presidente López Obrador arrancó el primer aplauso de sus invitados, incluyendo sus corcholata­s, y, al terminar su mensaje, cinco minutos antes de las 6 de la tarde, se desató la segunda carretada de palmas al agradecer a los servidores públicos “que lo acompañan y a todos los mexicanos por participar en esta odisea en pos de la felicidad del pueblo y la prosperida­d de la Patria”.

Enseguida lanzó tres vivas a México y terminaron así los 46 minutos de discurso. De inmediato todos se pusieron de pie y el tabasqueño agradeció sonriente a sus invitados. De nueva cuenta el Himno Nacional y López Obrador, tomado de la mano de su esposa, se retiró.

Fue cuando los secretario­s e invitados comenzaron a platicar, incluso el titular de Gobernació­n, que ya lo esperaban en la Cámara de Diputados para entregar el cuarto Informe, se quedó a departir con sus compañeros.

El que ya no se vio apenas terminó el discurso del Presidente fue el canciller, en contraste con Sheinbaum, quien fue la última de las corcholata­s en irse de Palacio, una de las más solicitada­s y una foto retrató esto: las secretaria­s de Trabajo, Luisa María Alcalde; de Cultura, Alejandra Frausto; de Bienestar, Ariadna Montiel, de Energía, Rocío Nahle, y Educación, Leticia Ramírez, así cómo la jefa del SAT, Raquel Buenrostro, y la consejera Jurídica, Estela Ríos, se juntaron para tomarse la foto, pero al darse cuenta que faltaba Sheiunbaum, Nahle, Frausto, Ramírez y Ríos la llamaron y pusieron en medio.

La jefa de Gobierno le dio su celular a Jesús Ramírez, vocero de la Presidenci­a, para que les tomara la foto, que después compartió en redes sociales: “Un orgullo pertenecer a la 4T”.

Adán Augusto, a quien ya lo esperaban en San Lázaro, se quedó a departir

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REUTERS
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