Eiza González se suma a serie que desarrollan los charolastras sobre un boxeador para Star+.
La Máquina,
Sí, no tenía contemplado hacer un disco antes de la pandemia, estaba haciendo una gira, sola; después empecé lo del teatro (el monólogo que hizo en Argentina); estaba buenísimo, pero se vino la pandemia y empecé a escribir mucho, un poco para refugiarme de lo que estaba sucediendo. Era un rincón para desconectarme, y empecé a escribir y a escribir; me di cuenta de que me estaba encaminando para un nuevo disco.
Me junté con Álex Anwandter, el productor del disco, le pregunté si le parecía que tenía suficiente material para un disco. Me dijo: ‘Hay material, pero hay que trabajar’, y a mí me encanta, me gusta mucho que me pongan retos. Fue un proceso muy rápido, grabamos casi todo el disco en marzo del año anterior y esperamos hasta noviembre para grabar las cuerdas, porque siete de las 10 canciones tienen cuerdas. Ahora estoy muy feliz de tenerlo terminado y me gusta presentarlo así, canción por canción. Me he vuelto muy flexible después de la pandemia; antes era como: ‘Sacamos el disco, nos vamos de gira’. Ahora todo va más tranquilo.
La pandemia nos cambió a todos, ¿no?
Sí, mucho. A mí me volvió mucho más flexible. Ahora estoy en un y si me falla el micrófono, digo: ‘Bueno, tampoco es el fin del mundo’. Aunque igual nunca fui muy traumada con eso; después de la pandemia, creo que nos tenemos que enfocar en lo importante. Y lo importante nunca van a ser los errores de la gente o un problema técnico. A final de cuentas es la posibilidad de hacer una gira, de hacer un yo lo agradezco un montón. Que mis papás estén vivos y sanos también lo agradezco; estuvieron muy mal en un momento. Por eso ahora digo: ‘Hay que ser felices, hay que hacer música, hay que disfrutar; sí me cambió en muchos sentidos.
¿También cambiaron los sueños, los retos, las prioridades? Antes de la pandemia, tuve una minicrisis; sentí que las cosas se habían puesto muy automáticas, en medio de ese remolino que vivía de disco, gira, disco, gira y que tenía que parar un rato y repensar cómo quería llevar mi carrera; tenía que priorizar mi relación con la música, que es muy profunda, porque es parte de quien soy yo. Por eso no puedo bloquearme de esa parte, que adopté a los siete años, cuando descubrí la música; pero tiene que ser una relación muy cuidada, no solo trabajo.
Ahora estoy muy contenta por la pausa que tomé, tuve tiempo para repensar todo, rearmar el equipo; ahora estoy con Altafonte, la figura disquera soy yo. Digamos que soy la capitana de mi barco, y eso me gusta porque todo es en otro tamaño, es más chico, es lo que estoy dispuesta a dar. No es como que me despido de mi vida (personal) para sacar un disco; ahora puedo estar en mi casa, con mi hija, tengo mis amigos, mis relaciones, es balancear todo en la mezcolanza de cosas que quiero.
En esa perspectiva tiene mucho que ver la madurez, ¿no? Sí, yo priorizo que todo tenga su lugar, no convertir todo en música y tampoco eliminarla; es ir buscando la manera de que todo tenga balance. Tomo vacaciones, fui a Tijuana con mi hija a ver a mi familia, hago cosas que antes no me permitía, porque decía: ‘Es que no tengo tiempo’. Y ahora digo: ‘A nadie le va a pasar nada porque yo me tardé un año más en sacar un disco’. No pasa nada. Lo que construí antes, los años de carrera que hice a todo lo que da, tener un sostén que viene de esos años, me ayudan a tener el equilibrio.