¿Será Menchaca la excepción?

Morena ha demostrado tener pésimo gusto para elegir a sus gobernadores, ya sea porque el partido, ahora oficial, tiene algún acuerdo que cumplir o porque un incondicional del preciso se sacó la lotería, o por la razón que usted guste, los ejecutivos estatales no han brillado por sus gestiones, que van de la grisura al escándalo y de regreso.

Como no hay mal que dure un siglo, los dinosaurios han tenido que largarse y el saldo que dejan es evidente.

Gracias a esas gestiones somos campeones nacionales en ordeña de ductos de hidrocarburos, deporte mejor conocido en el bajo mundo como huachicoleo.

La inseguridad, que es un problema nacional, en nuestro estado ha encontrado un paraíso para su crecimiento. ¿Y qué decir de la desigualdad casi atávica? Los rezagos asoman por todas partes.

Sea como fuere el licenciado Menchaca prometió hace tres escasos días tratar de enderezar los vapuleados destinos de 3 millones 121 mil 355 almas, es decir, de los habitantes de nuestra vapuleada entidad.

¿Y quién es Julio Ramón Menchaca Salazar? Por razones de espacio sólo diremos que es abogado por la UAEH, tiene 63 años, hace apenas siete años renunció al Revolucionario Institucional y podría decirse que ese pequeño periodo de tiempo ha sido el más exitoso y significativo de su carrera, ya que en este lapso llegó al Senado de la República y de ahí a la gubernatura de nuestro estado. Es casi seguro que le va al Pachuca ya que él mismo es pachuqueño.

De la retórica de su informe es poco lo que se puede inferir, al tomar posesión dijo lo que tenía que decir y se expresó como lo hacen los de su especie, con la diferencia de que él sí puede ser un parteaguas en nuestro lastimado páramo: un antes y un después. Él podría encabezar una modesta pero significativa reconstrucción. De ser así será recordado y en nuestros libros de texto se le dedicará un capítulo entero. Sin embargo, en este nublado día resulta especialmente difícil creerle a un político. Le daremos, eso sí, el beneficio de la duda.