Muera el clasismo, sí
No es sorpresa de nadie que México sea un país clasista y racista. Lo que es sorpresa es que un presidente lo reconozca y llame a erradicarlo. En esta celebración del 15 de septiembre, Obrador agregó al texto tradicional del Grito un “muera el clasismo, muera el racismo”, un hecho inédito para la historia de nuestros “vivas” patrios.
La singularidad de este evento se hace evidente cuando recordamos el texto agregado por otros presidentes. En su cuarto año, Zedillo agregó vivas a la unidad, Fox a las instituciones, Calderón al bicentenario y Peña Nieto, de plano,
En Chilpancingo, Guerrero, dos personas incendiaron el antimonumento dedicado a los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos. En redes sociales circuló el no agregó nada porque tenía encima una protesta. Es decir, la tradición del Grito era subir al palco, decir cosas bonitas y evitar a toda costa confrontar las injusticias.
Esta tradición llegó a puntos cómicos como cuando Salinas dejó de gritar “viva Zapata” (como había hecho siempre) para evitar invocar al movimiento zapatista que había detonado. A nuestra clase política le gustaba gritar vivas, pero le daba miedo pensar que las luchas vivieran.
A juzgar por las críticas que recibió el grito de Obrador, quien fue acusado de ser confrontativo, esta hipocresía continúa, pero ahora entre las élites. A las élites de este país les gusta hablar de justicia, fraternidad y democracia, pero les disgusta que se vocalice lo que hay que hacer para llegar ahí.
Paratenerunpaísjustoesnecesarioconfrontarelracismo y al clasismo. Erradicar conductas culturalmente dañinas es una condición sine qua non para dar vida a otras conductas más virtuosas. Por eso la libertad solo puede nacer cuando muere la esclavitud, la democracia cuando se erradica al despotismo y el estado laico cuando se extingue al religioso.
El que hablar de “matar injusticias” hiera susceptibilidadeshablamásdelostemoresdelaélitequedecualquierelección semántica de Obrador.
En México, hay quienes tienen el privilegio de tolerar que el sistema actual no muera. Para estas personas, que desconocen la opresión asfixiante del clasismo y las duras vejaciones video en el que se observa cómo la madrugada de ayer lo rociaron de gasolina y prendieron fuego.
Se puede ver a una persona que viste pantalón de mezclilla, tenis rojos y utiliza su playera para cubrirse el rostro; el otro porta una playera gris, una bermuda negra y sandalias. El video se grabó desde el interior de un auto en la avenida Lázaro Cár- denas.
Hafid Palacios, hijo del profesor de artes marciales mixtas Jacinto Palacios Celino, muerto tras ser embestido por un autobús tomado por estudiantes de la Normal Rural de del racismo, hablar de “matar injusticias” les parece impropio,ásperoypocoelegante.Alosprivilegiadoslaconfrontación les da miedo porque no la necesitan.
La mayoría, sin embargo, no tiene el privilegio de poder o querer ser tan elegante. Para la mayoría erradicar el racismo y el clasismo es urgente para mejorar sus salarios, trabajos, educación y hasta el acceso a créditos bancarios. Todo esto está ampliamente documentado en investigaciones académicas.
No hay motivo para defender una falsa modestia que encubre injusticias. En nuestro país urge la muerte rápida y eficaz de todas las injusticias. El racismo y el clasismo deben morir y cuando lo hagan seremos un mejor país para todos.
Hay quien piensa que llamar a “la unidad” es más virtuoso que llamar a la muerte de las injusticias. No comparto ese punto de vista. Un país puede ser unido y aun así ser severamenteinjusto.Dehecho,lacelebracióndelaunidadaultranza con frecuencia es una excusa para mantener incólumes las fuentes de opresión, una invitación para olvidarlas, o un exhorto a tolerarlas tras un velo de supuesta fraternidad.
Launidadquesegestasinconfrontaralasinjusticiasesen realidad la cancelación del pensamiento disidente y es una decisión normativa de colocar al status quo por encima de lo correcto. Callar las cosas no las mejora, las fermenta y las vuelve más peligrosas.
Ayotzinapa, se dijo responsable del hecho.
“No se desconoce la causa, soy hijo del maestro Jacinto Palacios Celino, que hace un año estos delincuentes de Ayotzinapa me arrebataron; por cierto, no dan la cara por su delito”, dijo el instructor de artes marciales.
En redes sociales Palacios se negó a que los autores del incendio del antimonumento se queden en el anonimato, pues su padre nunca le enseñó a ocultar la cara ante los problemas.
“De favor compartan mi comentario, soy una persona sin padre, que lo recuerda a diario como su héroe y por estos delincuentes disfrazados de estudiantes no lo tengo a mi lado… Ahora no saben por qué se les repudia, devuelvan a mi padre vivo, cabrones”.