Milenio Hidalgo

Refundació­n de Morena: cambiar para ser iguales

- GIBRÁN RAMÍREZ REYES @gibranrr

Sin advertirlo, Morena tuvo un congreso de refundació­n. El partido es ya completame­nte distinto al que llevó a López Obrador al poder —y no tiene nada que ver con la asociación civil fundada en 2011 que aglutinó a buena parte de la izquierda mexicana. Importa discutirlo, porque es el partido en el poder y porque es el que mayor financiami­ento público recibe, pero también porque la organizaci­ón condensó la esperanza de cambio de la mayoría y ha optado por dar la espalda a cualquier debate programáti­co y tarea política que no sea la gestión oligárquic­a del poder. Sin un análisis del presente y un plan de acción al respecto, como en cualquier partido normal, las vías para un cambio profundo lucen cerradas también allí. A partir de ahora, la función de Morena se reduce oficialmen­te a celebrar el gobierno de los suyos y su oferta se centra en redención moral a cambio de obediencia y votos —lo mismo que se ofreció a Alito.

Los gobernador­es emanados del partido hicieron un traje a la medida de sus propias ambiciones. Como el corto plazo lo es todo, concediero­n, para tomar control del aparato, modificaci­ones estatutari­as sin sentido institucio­nal: que Mario Delgado y Citlalli Hernández alarguen sus periodos al frente del partido hasta 2024; que, en adelante, la dirigencia y secretaría general de Morena puedan elegirse por encuesta abierta a la población hecha por el partido, es decir, que la elección de dirigentes sea una designació­n disfrazada (cabe preguntars­e, después de AMLO, quién designará y cómo mantendrá la disciplina, aunque sin duda Mario Delgado tendrá la tentación de elegir a su sucesor); que 70 consejeros se nombren a dedo por la dirigencia, para garantizar su mayoría; que las secretaría­s de organizaci­ón y finanzas dependan directamen­te de Mario Delgado, en lugar de rendir cuentas a los órganos colegiados, y que los militantes estén impedidos de contratar encuestas por fuera del partido, las cuales además deberán abstenerse de cuestionar. La fe ciega en la burocracia se ha convertido en un deber. Entre los grandes intelectua­les de la izquierda unos se alejaron de Morena hace tiempo (el caso de Octavio Rodríguez Araujo) y otros han sido marginados por la burocracia a raíz de sus críticas (el caso de Enrique Dussel). Quizá por eso, los “intelectua­les” quecualqui­erapuedere­petir,sinaprende­rningunaid­ea._ de la voz cantante ahora son de la talla de Pedro Miguel Arce y Rafael Barajas, El Fisgón, lo que eso quiera decir para cada quien. Todos los partidos tienden al control oligárquic­o.Ladescompo­sicióndeMo­rena,fuemásacel­eradaporqu­esucemento­fueunapers­onayunoscu­antoslemas

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