La Casa Blanca de Hidalgo
El gobernador Julio Menchaca comenzó a limpiar la casa y fue a la Huasteca a reafirmar uno de sus compromisos de campaña, con lo que será el inminente cambio en la visión de la forma de administrar los recursos del pueblo.
En el municipio de Huejutla, “corazón
de la Huasteca”, como dijo el propio mandatario, se informó que la llamada Casa Blanca, ex residencia del Ejecutivo estatal en el municipio de Huejutla, será convertida en el nuevo Centro Cultural delaHuasteca,desdedondeseimpulsará la cultura indígena de esta región a través de actividades y programas enfocadas en la difusión de la cultura prehispánica.
Menchaca lamentó que por mucho tiempo la zona ha sido olvidada por los gobiernos que han pasado, situación que ha detenido la transformación de toda una región.
Para quienes conocen Huejutla, el sitio es un símbolo del poder político, una especie de oda al terrateniente que goza de un sitio de predilección y que está por encima del pueblo; el mandatario estatal recordó que este bien inmueble era utilizado para uso privado cuando el gobernador en turno mantenía giras por la región de la Huasteca.
Y al paso de los años, la famosa Casa Blanca de Huejutla, de poco o nada ha servido,puespasanlasgeneracionesylas comunidadessiguenadoleciendodemuchas cuestiones básicas como el desarrollo en infraestructura urbana, servicios municipales y acceso a la tecnología para una mejor calidad de vida.
¿De qué sirve tener o contar con obras faraónicas o armatostes gubernamentales cuándo la gente ni los necesita y nunca los ha pedido?, ¿debe el pueblo pagar por las necesidades especiales de un gobernante?
Si bien la clase política no dejará nunca de ser eso, una subespecie de los grupos sociales que se autoenaltecen mediante los bienes ajenos y particulares obtenidos mediante el uso de recursos públicos, el terminar con la Casa Blanca de Huejutla, al menos, es un inicio esperanzador.
Pasan las generaciones y las comunidades siguen adoleciendo de muchas cuestiones básicas