Con o sin Guardia Nacional I

En México el debate desde inicio del sexenio ha sido la estrategia de seguridad de la 4T. Y es que con el llamado a pacificar y conciliar al país, nació el ya famoso “abrazos no balazos”, que no ha hecho más que incendiar a la oposición que usa como arma en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, todo acto de la permanente criminalidad. En nuestro país la violencia es algo natural, desde nuestros orígenes prehispánicos, el uso de la fuerza siempre ha sido parte de la conformación del gobierno. Más de medio siglo y no hemos superado la barrera de la civilización y el comportamiento para un correcto desarrollo humano. Y ni con Guardia Nacional parece que será así. No es pesimismo, ni son los otros datos, es la realidad en casos como el del estado de Hidalgo y el robo de combustible en ductos de Pemex. Dicha actividad que comúnmente se conoce como “huachicoleo”, ya cobró cientos de vidas en un estado que busca salir de dicha crisis de inseguridad desde hace más de una década.

No solo Tlahuelilpan, Tula o Pachuca; en la región del Valle de Tulancingo hay toda una cultura arraigada con la compra y venta de gasolina robada de los ductos. Hay poblados enteros que cubren a la delincuencia y no importa que vaya el Ejército o la Marina, detienen a uno y siguen cientos con la misma actividad.

La tierra del “huachicol” parece convocar a la antigua insurrección azteca que se oponía a todo régimen imperial y que tuvo que ser reprimida. Ahora, se envían tropas y policías, hay muertos, balaceras y nada cambia.

Hidalgo sigue siendo el estado número uno en tomas clandestinas, en denuncias ante la FGR por robo de hidrocarburos y en delitos relacionados con la actividad de la extracción, como lo son narcomenudeo, homicidio, secuestro, extorsión, violencia policial y extra judicial que llena de sangre la tierra por donde atraviesa el poliducto, como si se tratara de oro bajo la tierra.

Hidalgo sigue siendo el estado número uno en tomas clandestinas, en denuncias ante la FGR