Con o sin Guardia Nacional II
Ante el fenómeno del robo de combustible en Hidalgo, citado como ejemplo de que no se erradica pese a la presencia militar permanente, no hay Guardia Nacional que pueda.
Por ello, parece ser innecesario, incluso, el debate por la aprobación del dictamen de ley que reforma, adiciona y deroga diversas disposiciones de la Constitución para prorrogar hasta 2028 la presencia de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública.
El propósito del proyecto es ampliar de cinco a nueve años, a partir de la fecha en que entró en vigor el decreto de 2019, para que el Presidente de la República pueda disponer de las fuerzas armadas permanente, en tareas de seguridad pública de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria.
El argumento principal de la oposición política a la 4T y al obradorismo mexicano es que se corre el riesgo de un golpe militar o de que el siguiente Presidente tome decisiones arbitrarias, como si todo lo anterior no haya ya pasado una y otra vez desde hace al menos un siglo en la época moderna del país.
El ejemplo es muy claro, ya hay Ejército y Guardia Nacional al frente del combate a la inseguridad y los resultados no han sido los esperados. Hidalgo sigue siendo territorio de los “huachicoleros” y aunque manden a todo el batallón de todos los estados, no terminarán por acabar con ellos por que una estrategia de militarización siempre llevará a la violencia, a la persecución y a la violación de los derechos humanos. El reto es mayúsculo y será uno de los principales temas del sexenio que inicia con Julio Menchaca en Hidalgo; dar no solo con los responsables del “huachicol”, sino recomponer el tejido social de quienes han caído en las redes de la delincuencia, la compra y venta de combustible robado.
El reto es mayúsculo y será uno de los principales temas del sexenio