El rey y sus canciones
El 19 de septiembre de 1985 tenía una cita con Jaime Almeida, director de Radiópolis, para preparar un programa sobre José Alfredo Jiménez; debido al sismo, el encuentro no fue posible, pero fue detonador de una serie sobre el ídolo guanajuatense
Aquel jueves despertamos muy temprano porque Javier tenía que viajar hacia Celaya, en donde estaba construyendo una obra. Su cuñado Daniel pasaría a recogerlo antes de las 8 de la mañana. Mientras él tomaba la ducha, yo comencé a preparar una pequeña maleta, ya que había decidido pasar los dos días que mi esposo estaría fuera de la ciudad en la casa de mi madre, aprovechar para ordenar algunos papeles y empacar varios libros que quería traer a nuestro hogar. Javier, un poco antes de terminar su carrera, decidió investigar sobre arquitectura orgánica; es decir, se dedicó a buscar espacios más adaptados al hombre, formas que fuesen refugios cálidos, acogedores y con el objetivo de proteger a los seres humanos de manera más amigable. Para empezar, censuró la línea recta en sus proyectos.
Desde que nos casamos quisimos experimentar la vivienda que estaba construyendo, aunque todavía le faltaban muchos detalles. Con el paso de los años, a nuestro refugio se le quedó el nombre de “Casa orgánica”. El agua de la tina del vestidor comenzó a agitarse y entonces me di cuenta de que temblaba. Mi esposo corrió hacia el jardín, yo desde la puerta de la recámara le recordé lo que él me había dicho: “Esta casa no se puede caer con un terremoto, pues su estructura es como el cascarón de un huevo enterrado en la arena. Sin embargo, no hay que confiarse”, agregó. A la casa no le afectó en ningún aspecto.
Nunca imaginé que aquel temblor había sido un terremoto devastador para la ciudad de México. Ese 19 de septiembre de 1985 yo tenía cita en la oficina de Jaime Almeida para empezar a elaborar un programa radiofónico sobre las canciones de mi padre.
Fue gracias a la radio que pude darme cuenta de la magnitud del sismo, así como de las pérdidas humanas, los heridos y los terribles daños que con asombro y dolor iba narrando la voz de Jacobo Zabludovsky a través de la XEW, La voz de América Latina. En ese entonces el musicólogo Jaime Almeida era el director de Radiópolis, su despacho se ubiejemplo caba en Arcos de Belén 58. Ese fue uno de los distintos edificios que se derrumbaron. Imposible acudir a la cita, pues la principal advertencia aconsejaba no acercarse al perímetro del Centro. Nuestro proyecto quedó en pausa por un tiempo. No obstante, de alguna manera, aquel siniestro fue el detonador de varios guiones de la serie de programas que grabamos durante un año. El rey
y sus canciones, fue el título que decidimos.
“Desde aquel momento, mi padre se convirtió en mi objeto de estudio. Su obra es tan vasta que dará para mucho y para muchos”.
El sufrimiento es uno de los principales rasgos de la cosmovisión de José Alfredo; a partir de entonces empecé a investigar con más cautela las letras de sus canciones y a buscar caminos y fuentes que me permitieran escribir sobre diversos temas relacionados con su obra. Desde aquel momento, mi padre se convirtió en mi objeto de estudio. Tengo claro también, que su obra es tan vasta que dará para mucho y para muchos. “Día nublado” es un de esa visión y de aquellos años.
“Ya mis canciones no son alegres, ya mis canciones tristeza son, ya me encontré con el sentimiento, ya me encontré con la decepción…”.
Fue a finales de los años 40 cuando José Alfredo comenzó a trabajar en la radio, sus primeras presentaciones las hizo en la XEX, La voz de México, acompañado por el trío Los Rebeldes. Sin embargo, es palmario afirmar que la radio era entonces el medio de comunicación más significativo. El mundo vivía al ritmo de las emisoras, sin vértigo, en la cadencia de los hogares, con menos de tres millones de habitantes en el Distrito Federal, pocos vehículos circulando por calles y avenidas, vibrando al ritmo de este noble enlace que permitió difundir las canciones de mi padre por todo el territorio nacional. La primera que se escuchó en las voces de Andrés Huesca y sus costeños fue “Yo”:
“Ando borracho, ando tomando porque el destino cambió mi suerte; ya tu cariño nada me importa, mi corazón te olvidó pa’siempre…”.
Y aunque los años pasen, la radio ha seguido siendo un medio que nos une de distintas maneras. Mi experiencia fue muy gratificante, pero sobre todo me dio la posibilidad de abrir la puerta para la investigación de la obra de José Alfredo. Hoy que escribo estas líneas 37 años después ha vuelto a temblar, veo el camino recorrido, entonces, agradezco a mi querido Jaime Almeida la oportunidad que me dio.
En los primeros años de la década de los 50 fueron Los Trovadores Huastecos de Elpidio Ramírez los que estrenaron más canciones de Jiménez en la XEW y en la XEQ. Pero el 13 de septiembre de 1949, mi padre cantó por primera vez en la radio, acompañado del trío Los Rebeldes, ante los micrófonos de la XEX, la canción que le dedicó a su pueblo:
“Que repiquen las campanas de Dolores y al compás de los acordes de nuestro himno nacional: ¡Viva México! ¡Viva México! Gritemos, que aunque estemos como estemos, no nos echamos pa’trás”. *DOCTORA EN LETRAS HISPÁNICAS