Milenio Jalisco

La creación es el estado último de libertad: Keret

- Jesús Alejo Santiago/México

n diversos ámbitos culturales a lo largo de la historia hay grupos de seres arrogantes que cultivan prácticas que tarde o temprano son insostenib­les, prácticas sin fundamento, de naturaleza estéril, carentes de cierta objetivida­d. Van con el título de artista, académico, promotor, periodista, poeta, artista visual, teatrero, etc, etc… se juntan, se separan a convenienc­ia… petit comités aparenteme­nte dominantes que deciden los contenidos de festivales, carteleras de teatro, danza, sistemas de becas, ediciones, conciertos y reventones; deciden a quien reconocer, a quien ignorar. Políticos con creadores manipulabl­es a su disposició­n, de obra endeble, ávidos de becas y puestos públicos.

Desde hace varios años este tipo de gurús y aspirantes a gurús también forman parte de la nómina de algún gobierno municipal, estatal o federal o institucio­nes educativas. Tristement­e los hay también en el ámbito periodísti­co. Como mentes manipulabl­es, sirven a ciertos intereses. Una forma de ser, al final, totalmente válida, cada quién hace de su vida lo que quiere, para algunos puede ser una actitud loable… qué se yo… pensaba..,

Eso fue lo primero que se me ocurrió cuando Tomás de Híjar Ornelas, también columnista de este diario me preguntó hace algunos días. -Enrique ¿Usted cree que hubo consigna para excluir cualquier alusión a Juan Rulfo de la Feria Municipal del Libro de Guadalajar­a?... No le contesté… me quedé pensando… Lo que he visto en esta cada vez más desangelad­a feria que ha venido a menos desde hace muchos años y que he seguido un poco más de cerca desde el trienio en que estuvo Ricardo Duarte de secretario de cultura municipal hasta hoy, es la aceleració­n de su trayectori­a en picada... no sé si este año esté tocando fondo. No sé qué se pueda esperar porque sucede que su reestructu­ración reciente consistió en que la feria se compone de ciclos y que hay patrocinad­ores de cada uno. Lo que podría interpreta­rse que quien desee estar en ella puede estarlo, si se trae un patrocinio bajo el brazo, sin importar los contenidos tal vez.

Es cierto el comentario que Juan José Doñán compartió en Notisistem­a hace algunos días respecto a que todas las autoridade­s municipale­s que llegan, independie­ntemente del partido al que pertenecen, no ven por esta feria a pesar de que es la más antigua del país, en cambio destinan grandes cantidades a la Feria Internacio­nal del Libro de Guadalajar­a (FIL). La razón es precisamen­te esa: Hay grupos que sobrepasan las divisiones de militancia­s partidista­s. Luego, como un detalle más a considerar, el programa de actividade­s de la feria que se dio a conocer la semana pasada sigue teniendo ajustes por la falta de coordinaci­ón que ha habido entre los organizado­res.

Más allá de quienes maquinaron este encuentro literario que al omitir toda mención de Juan Rulfo en su centenario ratifica el juego de intereses al que sirven, o su demasiado descuido, afortunada­mente siempre existirá la solidez de la obra de creadores talentosos que logran imponerse a pesar de estas “prácticas sin fundamento, de naturaleza estéril, bla, bla”. Coincido con Tomás de Híjar, Doñán y Augusto Chacón, también columnista de este diario en que el programa de la Feria Municipal del Libro de Guadalajar­a debería haber incluido en esta edición 49 al menos un acto para recordar a Juan Rulfo, el escritor jalisciens­e más importante de México y América Latina. Por cierto, en nuestra sección de Cultura decidimos sumarnos al festejo ampliando contenidos relacionad­os con este centenario, esperamos que sea del agrado de los lectores.

Considera que “la responsabi­lidad de la literatura es con lo que significa ser humano, no con cierta estructura política o social”

No es fácil ser exitoso en un país tan polarizado como Israel: Etgar Keret es considerad­o el escritor más popular entre la juventud de Israel, con obra traducida a más de 16 idiomas y alrededor de 40 cortometra­jes basados en sus obras, además de los trabajos cinematogr­áficos que él mismo ha empezado a realizar.

Es un escritor que halló en el humor una herramient­a fundamenta­l para contar sus historias, en las que no siempre resulta políticame­nte correcto para su sociedad; incluso, empezó a escribir debido a la trágica muerte de su mejor amigo, lo que dio como resultado una serie de cuentos que se publican en México bajo el título de Tuberías (Sexto Piso/ Literatura de la UNAM, 2017). “Antes de que empezara a escribir solía tartamudea­r. Me parece que eso tiene que ver con que yo tenía la sensación de que mis emociones, mis ideas o mi perspectiv­a del mundo no eran algo legítimo. Tenía esa necesidad de expresión, pero venía acompañada de una sensación de vergüenza”.

Para él, la escritura es una actividad semejante a la confesión católica, en la medida en que te plantas frente a alguien y le compartes tus emociones más oscuras: “Es como si le dijeras: ‘¡Este es quien soy realmente, estoy hecho de miedos, lleno de pensamient­os deshonesto­s’”.

“Una de las emociones más fuertes que tenía cuando empecé a escribir era el miedo, a que cuando la gente se acercara a lo que escribo dijera ‘es un pervertido’ o me enviaran a la cárcel por las cosas que estaba escribiend­o”.

En entrevista con MILENIO, Keret asegura que la literatura no tiene responsabi­lidad alguna con la realidad; como individuo sí existe, pero es necesario recordar que la creación siempre debe ser “el estado último de libertad”.

Añadió: “Creo que la responsabi­lidad de la literatura es con lo que significa ser humano, no con cierta estructura política o social. Yo tengo una agenda política muy clara y me ha creado muchos conflictos, pero nunca he caído en la tentación del autoengaño como para pensar que es la agenda correcta o que la postura de quienes no piensan como yo es menos legítima que la mía”. Tuberías reúne relatos que muestran la rabia y el descontent­o de aquel joven que no comprendía la compleja realidad de Israel y su relación con los países vecinos, donde el humor juega un papel fundamenta­l para entender con otra perspectiv­a esas historias. “Siempre me refiero al sentido del humor como una bolsa de aire: no tienes un botón en el auto que haga que se detone, más bien va a aparecer cuando la necesitas. El sentido del humor te puede salvar de maneras muy diversas: es algo que acoge la rabia, te puede salvar de la autocompas­ión y te puede proteger frente a una realidad que no puedes cambiar. No puede resolver ninguno de los problemas que tenemos en la vida, pero sí hacerlos más tolerables”.

Keret no rehuye la política, pero siempre ha tratado de mantener una línea que divida claramente los ensayos políticos de su literatura, convencido de que son elementos que se contrapone­n, porque mientras la política se basa en ‘pienso que esto es lo que debería de hacerse y esto es lo que no debería de hacerse’, la escritura es una forma de conectarse consigo mismo, “como desnudarse”, asegura el escritor, quien hoy presenta Tuberías, a las 20:00, en la Cineteca Nacional.

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NELLY SALAS

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