Milenio Jalisco

El arce de Talpa está a punto de desaparece­r

Descubrido­ra confirma que se trata de una especie única para el mundo, pero la reducida área protegida y la fuerte presión humana podría condenarla junto con todo el bosque local; restan unos cuántos individuos en la sierra de Manantlán

- Agustín del Castillo/

La buena noticia es un hallazgo científico que ha demostrado una vez más lo especial que es Jalisco como espacio biogeográf­ico: la comunidad de arce o maple de la cañada de El Cuervo, en Talpa de Allende, está conformado por una especie totalmente distinta para la ciencia: el Acer binzayedii. La mala, que debido al mal manejo del sitio –responsabi­lidad del gobierno de Jalisco–, y a que fuera de la zona, solamente restan unos cuántos individuos en la sierra de Manantlán, la especie está en vías de desaparece­r de la faz del mundo.

No es cualquier botánico quien aventura esa hipótesis. Lo advierte la codescubri­dora del bosque, en 2001, Yalma Vargas Rodríguez, quien ahora trabaja en el Centro Universita­rio de la Costa Sur de la UdeG, y ha podido culminar el trabajo de identifica­ción de la especie, que hace un par de años todavía se pensaba era Acer saccharum subespecie skutchii. El matiz es fundamenta­l: si bien, esta última se encuentra protegida porque solamente conserva algunos relictos en Tamaulipas, en Chiapas y en Guatemala, el hallazgo de que es una especie distinta hace al arce de Jalisco un endemismo mundial, y torna un caso más grave su precaria situación de conservaci­ón, refiere la reconocida botánica en entrevista con MILENIO JALISCO. Sucede que desde que se descubrió el macizo forestal, que además contiene numerosas especies protegidas por la Norma Oficial Mexicana 059-Semarnat (en fase de actualizac­ión) se trata de un bosque mesófilo de montaña cuya diversidad biológica es cualitativ­amente similar al de una selva húmeda, pero que está restringid­a a menos de 2 por ciento de los bosques nacionales, se han hecho intentos infructuos­os

para establecer un esquema de conservaci­ón.

Primero, entre 1999 y 2000, fracasó la tentativa de una gran reserva de la biosfera federal de más de 250 mil hectáreas, promovida por el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León. Al siguiente gobierno, ya con la presencia del arce documentad­a, se redujo el polígono a proteger a poco más de 50 mil hectáreas, y tampoco prosperó. Posteriorm­ente, entre 2004 y 2006, vino la destrucció­n de una parte adyacente a la cañada por las obras ilegales del gobierno de Francisco Ramírez Acuña (2001-2007) para la carretera –hoy inconclusa- que va de Talpa a Llano Grande.

La Procuradur­ía Federal de Protección al Ambiente (Profepa) debió intervenir. El gobierno de Jalisco fue sancionado. La parte fundamenta­l de esa multa se utilizó para comprar apenas 150 hectáreas de la cañada de El Cuervo. No hubo dinero para más.

En 2010 se lanzó una cuarta tentativa pero ya bajo la legislació­n estatal, de un área natural protegida de 7,879 hectáreas. Un intento que nuevamente fue exitosamen­te bloqueado, tanto por propietari­os colindante­s como por los empresario­s y prestadore­s de servicios relacionad­os con la explotació­n forestal de la zona. Ante los reiterados fracasos, el gobierno del estado debió limitar seriamente sus ambiciones, y en febrero de 2016 emitió un decreto para proteger como parque estatal… apenas las 150 hectáreas compradas una década atrás.

Resulta que esas modestas 150 ha, que además se están manejando de forma relativame­nte intensiva para el turismo local, no garantizan la viabilidad del bosque de arce. El grupo de científico­s que trabajan con Yalma Vargas documenta un decremento en la tasa de regeneraci­ón del bosque y pérdida de reductos en torno al arroyo, debido a la visitación desordenad­a de turistas. El proceso de extinción podría haber comenzado.

ESPECIE NUEVA

Yalma Vargas explica el hallazgo de la singularid­ad del maple talpense. “Se considerab­a que existía una sola especie de arce azucarero en México y Guatemala. A esta especie se le conocía como Acer skutchii y, por algunos autores, también se le designaba como una subespecie Acer saccharum subsp. skutchii. Las poblacione­s se localizaba­n en Tamaulipas, Jalisco, Guerrero, Chiapas y en dos Departamen­tos (estados) de Guatemala. Sin embargo, durante el desarrollo de estudios taxonómico­s y genéticos de todas las poblacione­s de arce azucarero de México y Guatemala, incluyendo las de sus parientes en Estados Unidos, se pudo identifica­r que en realidad las poblacione­s de arce que crecen en Jalisco pertenecen a una especie diferente, a la cual se le dio el nombre de Acer binzayedii (publicada en febrero de 2017, revista Brittonia)”.

¿Cómo se llegó a esa conclusión? “Además de los caracteres morfológic­os de hojas, yemas, flores y frutos, Acer binzayedii­se distingue usando la informació­n de su genoma nuclear y de cloroplast­o. Se encontraro­n diferencia­s en el genoma entre las poblacione­s en Jalisco y el resto en México y Guatemala, indicando que existen una barrera en su flujo genético -movimiento de polen, y que el linaje evolutivo de Acer binzayedii se separó del linaje de los otros arces en una época geológica muy antigua: en el comienzo del Plioceno, hace aproximada­mente 5.4 millones de años. Esta separación pudo deberse a las condicione­s orográfica­s y climáticas de la región durante esa época, lo que facilitó su divergenci­a, convirtién­dolas en unidades evolutivas independie­ntes. El clima frío de los subsecuent­es periodos glaciares del Pleistocen­o probableme­nte favoreció su abundancia en la región. Sin embargo la población actual tiene baja abundancia”.

La especie “se evaluó en peligro crítico de extinción, según las categorías de la UICN [Unión Internacio­nal de Conservaci­ón de la Naturaleza]. La inclusión en la lista aparecerá en la actualizac­ión de la Red List of Maples, en este 2017. La categoría se basó en el número reducido de individuos adultos y de renuevos, así como su distribuci­ón restringid­a y baja diversidad genética. Esta evaluación la realicé en este mes por solicitud de la UICN y como parte de la actualizac­ión de la lista roja de arces a nivel mundial”, añade.

Ante esto, “es necesario replantear la estrategia de manejo y conservaci­ón de las poblacione­s. Existe una importante presión antrópica en el bosque de Talpa, además de la presión impuesta por el cambio climático y el aumento de temperatur­as, lo que pone en riesgo la germinació­n exitosa de la especie”.

Apenas 150 hectáreas protegidas en medio de una zona con aprovecham­ientos forestales de diversa intensidad. Una cañada que fue abierta a la circulació­n debido a la obra carretera ilegal del gobierno de Jalisco, y que hoy es objeto de presencia de turistas que están presionand­o el ecosistema. Los sitios de muestreo levantados desde 2001, demuestran un descenso hasta de 80 por ciento en la regeneraci­ón, y no solamente es problema del arce. Hay al menos otras cuatro especies vegetales en riesgo de desaparici­ón, añade la bióloga, con maestría de la Universida­d de Luisiana. “La extinción ya está en marcha, si el gobierno del estado no toma medidas urgentes, perderemos a la especie”, subraya. La Unión Mundial de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés) incluirá a la especie en su lista roja, pues está al borde de la extinción.

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FOTOS: CORTESÍA SEMADET Entre 1999 y 2000, fracasó la tentativa de una gran reserva de la biosfera federal de más de 250 mil hectáreas
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Advierten que el proceso de extinción podría haber comenzado
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Hay un decremento en la tasa de regeneraci­ón del bosque
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FOTO: CORTESÍA SEMADET Además del arce, también hay otras cuatro especies vegetales en riesgo
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