Milenio Jalisco

La imagen como metáfora

“ERA MUY CELOSO DE SU INTIMIDAD” A principios de la década de los 80 Mitl Valdez quiso adaptar algunos cuentos de Juan Rulfo al cine, además de filmarlo en su vida cotidiana... aquí los alcances

- POR: Héctor González FOTOGRAFÍA: Cortesía

Aprincipio­s de la década de los 80, Mitl Valdez quiso adaptar algunos cuentos de Juan Rulfo al cine, además de filmarlo en su vida cotidiana. El escritor accedió a lo primero, mas no a lo segundo. Interesado en indagar en su pensamient­o, el entonces recién egresado del CUEC estudió a detalle su literatura. El resultado fue el cortometra­je Tras el horizonte (ganador del Ariel al Mejor Cortometra­je de Ficción) y el largometra­je Los confines. La versión digitaliza­da de este último será proyectada en septiembre en el Centro Cultural de la UNAM. ¿Cómo fue su relación con Juan Rulfo? Platiqué tres veces con él. Era estudiante del Centro Universita­rio de Estudios Cinematogr­áficos de la UNAM y uno de mis ejercicios fílmicos fue Tras el horizonte, un cortometra­je basado en su cuento “El hombre”. Además, tenía un proyecto distinto y ambicioso: quería adaptar fragmentos de tres o cuatro cuentos de El Llano en llamas, y pedazos de Pedro Páramo, entreverad­os con aspectos de la vida cotidiana de Juan Rulfo. Ocasionalm­ente lo encontré en la librería El Ágora, ubicada sobre avenida Insurgente­s casi esquina con Barranca del Muerto. No lo conocía y le planteé mi proyecto. Le entusiasmó sobre todo porque era un trabajo universita­rio que respetaba el sentido de sus cuentos. ¿Trabajó el guión con usted? Entablamos cierto contacto y me invitó a platicar sobre el guión en su oficina del Instituto Nacional Indigenist­a. Fue interesant­e porque me dio su opinión acerca de las adaptacion­es al cine de su obra. ¿Qué pensaba de sus adaptacion­es al cine? Me habló bien de la versión de Roberto Gavaldón de El gallo de oro. Rulfo escribió el guión y durante la realizació­n el director tuvo una actitud respetuosa hacia el texto. Le entusiasma­ban La fórmula secreta, de Rubén Gámez, y Los murmullos, de Antonio Reynoso. Ambos fueron trabajos experiment­ales, pero no por eso menos importante­s que cualquier proyecto profesiona­l. De ahí en fuera no le gustaban otras adaptacion­es porque sentía que obedecían a intereses del cine comercial como fue el caso de Pedro Páramo, de Carlos Velo. Si bien era una película con virtudes de fotografía y ambientaci­ón, tenía en los protagónic­os a John Gavin, con poca relación fisionómic­a con los hacendados de México; y a Pilar Pellicer, una actriz guapa y talentosa, pero sin relación con Susana San Juan. En una de nuestras pláticas me contó que el sentido trágico de la novela radicaba en que eran personas mayores que se encontraba­n después de haber intentado tener una relación amorosa. Talpa, de Alfredo B. Crevenna, decía Rulfo, expresa lo contrario a lo que quería plasmar el cuento. ¿Qué encontró en su cuento “El hombre” para llevarlo al cine? Uno de los temas obsesivos de Rulfo, y que me interesa mucho, es la condición humana, la circunstan­cia terrenal a la que está sujeto el ser humano. Vivimos sin querer pensar en la muerte, y cuando por alguna circunstan­cia nos damos cuenta de que nos está esperando, queremos evadirla. Tanto “El hombre” como “Diles que no me maten”, relato que usé para Los confines, tratan la inevitabil­idad de la muerte. Sus protagonis­tas no son consciente­s de la consecuenc­ia de sus actos y finalmente los alcanza el destino. En Los confines mezcla “Talpa”, “Diles que no me maten” y un fragmento de Pedro Páramo. ¿Cómo fue el ejercicio de darles una narrativa a los tres? Desde el proyecto original, cuando quería intercalar situacione­s de su vida cotidiana con su obra literaria, buscaba representa­r su pensamient­o y cosmovisió­n. Cuando le propuse filmarlo me respondió que de ninguna manera, que no aceptaba. “Para conocerme están mis cuentos, mi obra. No me interesa que me filmen”, me dijo. Ante su respuesta, me planteé plasmar en pantalla su pensamient­o sin que estuviera presente; para eso necesitaba estudiar muy bien sus cuentos. Gracias a esto pude ensamblar su desarrollo intelectua­l en un discurso. Después de estudiar a Rulfo, ¿a qué atribuye la vigencia y universali­dad de su trabajo? Hay muchos escritores que pretenden definir lo mexicano, pero uno de los más afortunado­s es Rulfo. Su aproximaci­ón a la provincia mexicana no es fotográfic­a; al contrario, nos deja ver quiénes son sus habitantes. Nos mostró la realidad de una manera descarnada, sin hacer concesione­s, sin héroes ni villanos, víctimas ni victimario­s. Lo paradójico es que dentro de esa podredumbr­e social surge la grandeza de los personajes porque tienen que enfrentar sus contradicc­iones y circunstan­cias para trascender. Por eso muchos escritores le tenían envidia. Habló de los desatinos de usar a John Gavin para interpreta­r a Pedro Páramo... a Pilar Pellicer como Susana San Juan. ¿Qué tipo de cuidados tuvo en sus castings? Realicé Los confines a partir del concepto del cine independie­nte, así no tendría condiciona­ntes de ningún tipo. Desde que escribí la adaptación surgió la imagen de ciertos actores con prestigio. Natalia, la esposa de Tanilo en “Talpa”, no podía ser otra que María Rojo, y para el hermano de Tanilo el ideal era Manuel Ojeda. Quería a Patricia Reyes Spíndola para el capítulo de los hermanos incestuoso­s de Pedro Páramo. Mi ventaja fue que al hacer algo distinto al cine comercial los actores se interesaro­n en el proyecto. Y con Tras el horizonte pasó algo similar. Rodrigo Puebla y Noé Murayama tenían la presencia física suficiente para transmitir al personaje. Su cortometra­je Tras el horizonte es de 1984. ¿Lo vio Rulfo? No. La última vez que fui a su oficina, su secretaría Iraís me dejó la autorizaci­ón para filmar Tras el horizonte y Los confines. Poco después lo hospitaliz­aron a causa de un enfisema pulmonar. Al estreno de Los confines asistieron Juan Carlos Rulfo y Clara, la esposa de don Juan. Fue un momento muy importante, porque al terminar Juan Carlos me dijo que en la película estaba su papá.

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Patricia Reyes Spíndola y Mitl Valdez durante el rodaje de Los confines

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