El cacique maderero que fue el amo de Manantlán Longinos se dijo el
Productor de madera más poderoso del país de 1948 a 1960, e inspiró la novelística de Yáñez. Es el más prominente de los caciques de la zona
El 4 de junio de 2015, un diario de la localidad reportaba el “muy sentido fallecimiento del señor Rodolfo Longinos Vázquez de Niz, quien durante más de 100 años vivió una vida plena rodeada del amor de sus seres queridos”.
La misa de cuerpo presente “se efectuó en el templo dedicado al Santísimo Redentor y el triduo de misas tuvo lugar en el templo de Nuestra Señora de la Soledad”; el autor de la esquela enviaba condolencias y afecto para sus hijos y su familia extendida. Pero no explicaba la extraña trascendencia de un empresario tan famoso en los años 50 y 60 del siglo XX, que dicen, inspiró a Agustín Yáñez para la figura de Tiburcio Lemus, un saqueador de bosques de La tierra pródiga.
“… allí tiene usted cómo han venido acabándolos al troche y moche, haciendo más secas las tierras serranas hasta la mera costa, cuando podían haber levantado un aserradero con todas las de ley, y con viveros, y hasta industrializar los desperdicios; para no ir muy lejos, ese mentado Tiburcio Lemus ni zacate ha dejado en leguas y leguas (…) Ése sí que merece ir a las Islas Marías de por vida, con los perjuicios que ha causado no sólo a estas tierras sino al país con sus cortes desaforados, que todo lo arrasan; allí sí que por donde pasa ni una brizna de hierba vuelve a salir, como si atrás echara sal (…) todavía no nos explicamos qué influencias lo cubren para burlar la ley como lo hace y no respetar autoridad alguna; un escarmiento es necesario y usted, señor, tiene que meter la mano con energía”, señalan sus enemigos en el relato del escritor, quien se desempeñó como gobernador de Jalisco entre 1953 y 1959, es decir, conoció de primera mano lo que después construyó como ficción. Al hombre real se le ha identificado como uno de los caciques madereros más