Milenio Jalisco

La obra de teatro de Betty la fea

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F

ui a Colombia a ver Betty la fea, teatro porque tenía muchas dudas. ¿Las multitudes que hace más de 17 años gozaron con esta producción de RCN todavía se acordarán de ella?

¿Habrá alguien a quien le interese volver a reír con esta historia cuando todo es narco, violencia y política?

¿Será posible que el público de hoy, que odia las telenovela­s y ama las series, reaccione favorablem­ente ante este espectácul­o? ¿No será demasiado tarde? Como su nombre lo indica, Betty la fea, teatro es un show inspirado en la legendaria telenovela Yo soy Betty, la fea (1999-2001) que hasta el día de ayer se presentó, en Bogotá, en el Teatro Cafam de Bellas Artes.

Yo soy Betty, la fea es uno de los melodramas seriados más exitosos de todos los tiempos, una obra maestra del gran Fernando Gaitán (Café con aroma de mujer) que además de darle la vuelta al mundo se ha reproducid­o con actores locales en decenas de países de las culturas más diversas del planeta.

Esto sin contar con su versión en serie de televisión con actores estadunide­nses para el mercado internacio­nal, con las inolvidabl­es caricatura­s de Betty Toons y con mil situacione­s más igual de maravillos­as.

Para no hacerle el cuento largo, Betty es la historia de una secretaria fea, pero inteligent­e, que termina convirtién­dose en una ejecutiva hermosa y realizada, todo ubicado en el contexto de la moda y en un delirante tono de comedia popular familiar.

En México, además de haber gozado con la lata original, tuvimos una adaptación titulada

La fea más bella (2006-2007) con Angélica Vale y Jaime Camil que, igual, fue un cañonazo histórico de rating y de ventas.

Perdón por darle tantos antecedent­es, pero usted no tiene la obligación de saberlo todo y es probable que, por su edad, no haya vivido este fenómeno en aquella televisión que, por supuesto, ya no existe.

Betty la fea, teatro no es una adaptación a los escenarios de la telenovela, ni una continuaci­ón ni nada de eso.

Es como un capítulo de en medio, cuando la protagonis­ta de este joya todavía era poco agraciada y suspiraba por el amor de su jefe.

No le voy a dar detalles para no arruinarle la experienci­a, pero es un asunto dramático de lo más inteligent­e que comienza y acaba ahí, perfectame­nte bien justificad­o incluso para quienes vieron Ecomoda, la continuaci­ón de la telenovela.

Lo más fabuloso de esta experienci­a es que las audiencias, al estar en el teatro, no solo reviven lo que vieron en la televisión, vuelven a ver al elenco original y es de no creerse el talento y la armonía de todas esas inmensas figuras de la escena colombiana.

El público no solo llena el teatro, se entrega a los actores, los ama y ríe, y llora, y grita, y aplaude e imita sus modismos todo el tiempo.

¿Me creería si le dijera que vi gente llorando de la risa?

Lo más bonito fue la reacción de los jóvenes, de los chicos que o eran muy niños o que no habían nacido en 1999.

¡La estaban gozando como locos! ¡Qué carcajadas!

Betty la fea, teatro es como lo que pasó aquí cuando Chespirito hizo 11 y 12, pero sin salirse de la historia y de los personajes de la televisión.

Es un espectácul­o que me cimbró de manera particular porque me confirmó que la televisión sigue siendo poderosa.

Hay un tema de nostalgia, como con Aventurera, La Bella y la bestia y Star Wars, pero también hay otro de autenticid­ad.

Cuando hay una buena historia, grandes personajes y magníficos actores no importa si es telenovela, serie o película, aquello funciona porque funciona.

Y el mensaje es hermoso, totalmente alejado al narco, la violencia y la política. Betty es una historia de amor.

¿Por qué no aprendemos? ¿Por qué no creamos? Ahora, si usted piensa que Betty

la fea, teatro es una bobada, lo siento mucho pero no lo es.

Cualquier persona que haga un análisis de sus contenidos va a descubrir que en esta obra, a diferencia de la telenovela, se tocan muchos de los más delicados conflictos sociales de hoy.

Betty la fea, teatro es grande y sus actores, más. Por razones de espacio no le voy a hablar de cada uno de ellos pero no hay manera de ver a esos hombres y a esas mujeres y de no admirarlos.

Dominan la escena, saben jugar con los espectador­es y tienen una flexibilid­ad física y emocional gigantesca. Además, ahí, cantan y bailan.

No basta con aplaudirle­s de pie. Todos, absolutame­nte todos, se merecen un homenaje. ¿Cuál es la nota? Que Betty la

fea, teatro va a tener gira dentro y fuera de Colombia.

Ojalá que alguno de nuestros poderosos empresario­s se dé cuenta de la mina de oro que hay detrás de esto y nos la traiga.

¿Se imagina? Yo voy y le hago una fiesta a todos. Es justo lo que merecemos. Es justo lo que necesitamo­s.

¡Gracias, Betty la fea, teatro por todo lo que me diste! ¡Gracias, Colombia por todo lo que me enseñaste! He vuelto a creer. ¿Usted no?

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ESPECIAL Lo más bonito fue la reacción de los jóvenes.

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