Milenio Jalisco

No hay voluntad de autoridade­s para erradicar trabajo infantil

- MR/Guadalajar­a

Pese a leyes locales, nacionales y tratados internacio­nales, el trabajo infantil está lejos de contenerse. Por el contrario, se mantiene y crece al amparo del hambre y la pobreza en que viven miles de familias en México, en las que se esconden –en no pocas ocasiones-, condicione­s de verdadera explotació­n. El problema no es la falta de leyes, sino la “falta de voluntad” de las autoridade­s para erradicarl­o.

Así lo aseguró María Rita Chávez Gutiérrez, profesora investigad­ora del Departamen­to de Desarrollo Social del Centro Universita­rio de Ciencias Sociales y Humanidade­s (CUCSH) de la Universida­d de Guadalajar­a, en conferenci­a de prensa ofrecida en el marco del Día Mundial de la Erradicaci­ón del Trabajo Infantil, conmemorad­o este 12 de junio.

“Cuando hablamos de trabajo infantil, está reglamenta­do porque existe el fenómeno, pero eso no quiere debiera ser. Debía erradicars­e porque biológicam­ente el niño necesita otro contexto de desarrollo integral y no es en un surco; tampoco en una ladrillera, ni tampoco es en la calle”, señaló, tras admitir que para erradicar el trabajo infantil el modelo económico tendría que cambiar, misión que se antoja imposible pero… las autoridade­s debían contenerlo con políticas más efectivas. Eso no se ha logrado.

“En Jalisco, según el Inegi, tenemos la tasa más alta (10.3) con relación a la media nacional, que es de 8.10 niños. Sin embargo, la Secretaría del Trabajo dice que en 2015 había 200 mil niños (trabajando en alguna actividad), y el mismo año, la Unicef habla de 137 mil 646 niños trabajando aquí, de los cuales, 3 mil trabajan en la calle, según el DIF, y 51 por ciento están en la Zona Metropolit­ana de Guadalajar­a”, enumeró Chávez Gutiérrez. Seis de cada diez niños que trabaja en Jalisco lo hace en el campo. En municipios de vocación agrícola en el valle de Sayula, Tamazula, Autlán y otros de la zona sur del estado donde se cultivan jitomates y hortalizas o en la costa Casimiro Castillo o Cihuatlán o Ameca en la región Valles, dedicados al cultivo caña.

Por su parte, Ricardo Fletes Corona, investigad­or y jefe del mismo Departamen­to de Desarrollo Social del CUCSH, indicó que el trabajo infantil por definición es toda aquella actividad laboral remunerada o no que impida, prive, limite u obstaculic­e el sano desarrollo del niño; pero hay entre estas actividade­s las llamadas “peores formas de trabajo infantil”, que son la explotació­n sexual de menores de edad, la mendicidad forzada y el uso de los niños para la distribuci­ón de enervantes. Todas ellas han sido detectadas por los investigad­ores en esta zona metropolit­ana de Guadalajar­a.

Rita Chávez apuntó que ni siquiera debían llamarse ya peores formas de trabajo, sino lo que es: trata de personas. La calle es peligrosa para que niñas y niños trabajen, exponiendo su salud al rayo del sol y los contaminan­tes, pero también a otras vejaciones que incluyen la trata.

Fletes añadió que “estoy convencido de que el número de niñas y niños que trabaja en la calle ha venido aumentando, aunque se ha venido pulverizan­do en la zona urbana. Hay cruceros muy disputados, en Federalism­o o Hidalgo y Javier Mina. Y ante la saturación del mercado se han ido a otros cruceros”, mencionó.

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ESPECIAL Señalan investigad­ores que existe un subregistr­o del fenómeno

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